Arte y amor, 19.09.07

Vissi d’arte, vissi d’amore,
non feci mai male ad anima viva!
Con man furtiva
quante miserie conobbi aiutai.
Sempre con fè sincera
la mia preghiera
ai santi tabernacoli salì.
Sempre con fè sincera
diedi fiori agl’altar.
Nell’ora del dolore
perchè, perchè, Signore,
perchè me ne rimuneri così?
Diedi gioielli della Madonna al manto,
e diedi il canto agli astri, al ciel,
che ne ridean più belli.
Nell’ora del dolor
perchè, perchè, Signor,
ah, perchè me ne rimuneri così?

Viví para el arte, viví para el amor. Nunca a nadie hice daño. Con mano furtiva intenté ayudar a quienes lo necesitaban. Ofrecí mi canto al cielo, a las estrellas, y entonces sonrieron llenos de hermosura”. Qué gran verdad. Probablemente no haya aria con que mejor se la identifique, que mejor la defina, ni a la que nadie haya entregado tanta pasión. De haberla conocido, Puccini habría indicado sin dudar que Floria Tosca, la menuda pero ardiente mujer que protagonizaba su pequeña ópera-joya, debía ser ella. Naturalmente: Maria Callas.
En 1953 se realizó una grabación de Tosca en La Scala de Milán, bajo la impecable batuta de Victor de Sabata. Cantaban Maria Callas (Tosca), Giuseppe di Stefano (Cavaradossi) y Tito Gobbi (Scarpia). Ha pasado más de medio siglo y esa grabación, en su conjunto, no ha sido aún superada. Es cierto que, a pesar del enorme Stefano, ha habido otros Cavaradossi enormes (varios de ellos españoles, por cierto: Fleta, Carreras), y por supuesto otros Scarpia (aunque lo abyecto del personaje no le granjee especiales afecciones). Pero Tosca no ha habido más que aquella pequeña y estremecida Maria Callas, por muchas que después lo han intentado. Y ese Vissi d’arte, vissi d’amore del II Acto ha quedado para siempre en nuestra memoria de melómanos como el testimonio tembloroso, brotado desde lo más hondo del corazón, de la frágil pero intensísima soprano griega. Existe en particular un vídeo de Callas-Tosca en 1956 en Nueva York, en una grabación televisiva para la CBS (
los curiosos pueden verlo aquí) que refleja toda la tensión, el auténtico sufrimiento, el arte y el amor que corrían por sus venas.
Hace tres días se cumplían treinta años de la muerte de “la Callas”, aquella muerte extraña y fulminante que la sorprendió desamparada y sola en un París que le era ajeno. Perdida ya la voz, sin apenas nadie que realmente la apreciara, Maria se apagó en su habitación en tan sólo unos minutos. Su cuerpo fue incinerado y, tras una breve desaparición de la urna fúnebre, sus cenizas fueron arrojadas al Egeo: la Callas siempre fue una isla, y era lógico que retornara a un mar de islas, que además era el suyo.
El amor que con tanta pasión cantó siempre le fue esquivo. Ni siquiera su madre recibió su nacimiento con alegría: en lugar de un varón llegó aquella chiquilla que, con los años, se haría poco agraciada, en especial por su miopía y su gordura. Los desprecios contra ella parecieron prodigarse. Sólo su voz la salvó de ser un mero mueble en casa: las posibilidades crematísticas de la garganta de Maria pronto fueron rentabilizadas. La infancia de Callas no fue infancia, y así llegó a decirlo en público, negándose incluso a volver a ver a su madre cuando la cantante aún no había cumplido los treinta (algo que en 1956 le costó una demoledor reportaje en la revista Times, donde se la acusó duramente de falta de amor filial).
Tampoco en las relaciones de pareja fue afortunada la griega. Tras un primer matrimonio de apariencia conveniente, con un adinerado empresario tres décadas mayor que ella, su gran e imposible amor fue durante años Aristóteles Onassis, que acabaría dejándola para casarse en 1968 con Jacqueline Kennedy. Ese golpe moral coincidiría con la plena fase de decadencia de su voz… y con el inicio de la más abrupta soledad. Maria Callas nunca dudó en confesar abiertamente sus sentimientos de abandono, de aislamiento, de desamor, de decadencia; hay amargos párrafos enteros al respecto recogidos en el angustioso libro Callas, que John Ardoin y Gerald Fitzgerald publicaron poco antes de la muerte de la diva.
Sin embargo, años atrás su estrella brilló como ninguna. La gran Elizabeth Schwarzkopf llegó a decir, tras presenciar la primera Traviata de Maria en el Arena de Verona, a comienzos de los 50, que nunca más volvería a cantar el papel de Violeta porque Callas lo encarnaba con absoluta perfección. En el Metropolitan, y aun después de la incendiaria portada del Times, Callas-Norma salió a saludar dieciséis veces. Su arte –porque Callas no sólo era una voz– jamás ha sido discutido. Quién podría. Tal vez su arte fue el gran amor de su vida, y Maria, la niña triste, apenas se dio cuenta.

18 comentarios:

L. dijo...

Toda una belleza...y cómo cantaba la señorita.

MAX Y LULA dijo...

Me ha gustado mucho este artículo, de verdad... además no te has demorado en los aspectos más sórdidos y extravagantes... mmm... personaje al canto!

Anónimo dijo...

"Personaje al canto"... nunca mejor dicho.

Anónimo dijo...

Me gusta mucho el resumen que has hecho de su vida, no hya casi nada peor que enamorarse de la persona equivocada.

Se está preparando un biopic con Pé de prota, la cosa promete, aunque es sorprendente el parecido de la Callas con la hija de M. Caballé...

Ménudo personaje para la historia, seoptiembre es un mes triste para la ópera.

Anónimo dijo...

Sorprendente el parecido de la Callas con la hija de Caballé... lástima que en la voz no se pueda decir lo mismo ;)))
Lo de P. Cruz no creas que me convence mucho, me temo que el producto va a quedar en sub. La vida de Callas se presta demasiado a lo farandulero, y sospecho que no van a saber encontrar el punto adecuado.
Y sí, septiembre es un mes de escombros. Para la ópera y para todos. Un beso, Miss.

Jorgewic dijo...

Chatirri mía, de María yo no he querido poner cosas porque para mí es una pulsión, y esas cosas me gusta más vivirlas que escribirlas. Pero tú te has acercado bastante...
Y, de todas formas, ante cosas como su voz está demostrado que la vida que la envuelve es un adorno prescindible. Se defiende por sí sola, sin aditamentos.
Besitos

Javier Menéndez Llamazares dijo...

A ver si por fin hacen una película digna, porque hay un montón de telefilmes bastantes cutres y que sólo se ocupan de su triste vida amorosa.

Anónimo dijo...

Jorgewic: Razón tienes, querido mío. Lo que ocurre es que, como siempre, los que no son capaces de ver el arte necesitan fijarse en otras cosas. Un beso.

Javier: Difícil está eso. Hacer una película sobre Callas es difícil. Su condición de mujer y su vida escabrosa en algunos aspectos se presta muy bien, desgraciadamente, a la elaboración de engendros amarillistas. No creo que lo que viene de forma inminente sea mejor. Además, si la protagonista no es capaz de decir "porque yo lo valgo", imagínatela en el Vissi d'amore... Tiemblo. Besos.

Sir John More dijo...

Aquí viene el que desentona: pues a mí nunca me llegó la Callas. Subía un poco la voz y me ponía malo. Imagino que, acudiendo a un símil seguramente desafortunado, le ocurría como a Curro Romero, que daba muy malas tardes, y la tarde que daba buena pues ahí había muertos de dulzura. Pero habiéndosenos ido la buena mujer antes de tener yo uso de razón, pues no, no acabo yo de verle la punta, y lo siento, porque la emoción con la que habláis de ella... Y como soy sevillano, es decir, tendente a las disputas entre dos vírgenes, dos equipos, dos barrios..., pues nada, yo me quedo con la Tebaldi, con una vida menos agitada, menos popular (para lo bueno y lo malo), pero con una voz más a mi gusto. Tal vez con estas palabras esté rascando desagradable en una pizarra, lo siento... Besos y abrazos.

Anónimo dijo...

Queriso Sir: Bien sabes que aquí no hay problemas con las opiniones divergentes; es más, se agradecen. Yo soy poco de establecer dúos, contraposiciones. La Tebaldi es una buena opción, sin duda. De todos modos, la magia de la Callas, a mi juicio, no estriba tanto en su voz como en su extraordinaria expresividad. Las arias están vivas cuando ella las canta. Las heroínas lo son, y la tragedia te estremece. Voces más "perfectas", sin duda, pero esa pasión... no, en nadie. Por eso estremeció al mundo, por eso sigue viva. Un beso canoro.

Anónimo dijo...

¿Hay aglguna razón por la que los presentadores y presentadoras de Radio Clásica parezca una selección de los más monótonos y aburridos del mundo?

Anónimo dijo...

Si quieres cambiar de opinión escucha el programa Ars Canendi; el locutor tiene una mala leche que te partes de la risa.

Sir John More dijo...

Se tendrá en cuenta lo dicho, querida Ana. Ayer, viendo el vídeo de youtube que apuntabas, había otro, también con el Vissi d'arte, y escuchándolo se le oían gallos a esta buena mujer, y bueno... Pero como te digo debe ser eso, el síndrome Curro Romero, que hay que fijarse mucho, pero cuando le pillas la gracia... De veras que me fijaré. Un beso cantarín.

PD.- Secreto: soy un fan de la Gheorghiu, en todos sus aspectos, incluso le aguanto su divismo insoportable; menos al marido, que es un petardo, le aguanto todo. El amor...

Anónimo dijo...

Querido Sir: El otro vídeo al que te refieres es de un mal momento; es diez años posterior al que yo he enlazado, es decir: de la época de decadencia de la Callas. También en YouTube hay un vídeo de la Gheorghiu precisamente, cantando el Vissi d'arte: voz impecable y sin embargo... no logra conmover (a mí al menos no, pero en mí el amor está ausente ;DD). En cualquier caso, también la Gheorghiu ha pegado sus espantadas en La Scala. La voz, ya sabes, es el más delicado de los instrumentos y, como es lógico, puede fallar o incluso arruinarse prematuramente. Beso escénico.

Anónimo dijo...

Brava

Anónimo dijo...

Bravo por tu visita. Gracias y bienvenido.

Carmen dijo...

Hola Ana,
aquí sigo leyéndote en silencio.Muy bueno el artículo sobre la Callas, me trajiste a la memoria a Paolo...sólo una pregunta: ¿sabes algo de él? Llevo meses buscándolo
...oh, Ulrica...
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Querida Carmen: Todos lo echamos de menos. No he vuelto a saber de él. Intentaré escribirle un correo. Ruhe sanft. Un abrazo.