Masa y críticos, 12.09.07

En estos días ha muerto Luciano Pavarotti, el amigo Tutto, como por error le llamaban unos cuantos “despistados” a raíz de la aparición de aquel recopilatorio –Tutto Pavarotti– de algunas de las más populares arias de ópera para tenor alumbradas en su día por Puccini, Mascagni, Massenet, Giordano, Bizet y compañía. Vaya por delante que nunca fui yo una de sus más fervientes partidarias, a pesar de que –esto es innegable– la voz del italiano era muy bella de natural. En realidad, nunca me agradaron demasiado los montajes aquellos de “los tres tenores” –creo que desde entonces muchos aficionados a la música los “enfilaron” a los tres por igual–, que desembocaron en una serie de subconciertos y discos populacheros de muy dudoso gusto, a pesar de –o precisamente por– encabezar durante semanas esas denigrantes listas de los superventas. De aquellas descerebradas giras esencialmente crematísticas –democráticas, según algunos– se resintió mucho la voz de Pavarotti, que dejó resonar su famosísimo y espeluznante gallo en La Scala, más vergonzante en su caso que la más estruendosa ventosidad, y que ningún carismático pañuelo fue capaz de disimular. En todo caso, hay que admitir que, del célebre trío de marras, Pavarotti fue siempre el más sencillo, también el más comprometido y el más limpio, cantando a favor de la reconstrucción de Sarajevo en tanto Carreras se había entregado a las turbias implicaciones de su enfermedad y Domingo se ocupaba, y aún persiste (a pesar de su evidente artrosis profesional), en seguir “influyendo” en los elencos de alguno de los escenarios operísticos más codiciados del mundo.
Pero si algo me interesa hoy en especial de todo este tinglado es justamente la asunción de la muerte y transfiguración de Pavarotti, a manos de la “masa” y a manos de la crítica. La conversión o no en un clásico del muerto ilustre queda ya al albur del tiempo, dado que público y críticos han tomado caminos divergentes. Si decenas de miles de admiradores han querido acompañar el féretro en la sobria ceremonia de despedida, el ámbito operístico ha mostrado un comportamiento glacial, específicamente en lo que a cantantes se refiere, con una ausencia más que generalizada de los más y de los menos grandes; sólo Mirella Freni, partenaire habitual del tenor en tiempos mozos, ha llorado a Pavarotti públicamente. La crítica se ha dejado caer con toda su crudeza sobre el cuerpo y el alma aún calientes del de Módena, despellejándole sin compasión; “analfabeto musical”, “falto de profundidad” y “arrítmico” son algunos de los piropos más suaves que se le han dedicado en estos días. ¿Qué pasará al final? ¿Quién ganará la lid? Todo apunta a que dentro de veinte años será difícil encontrar grabaciones del tenor italiano, porque las nuevas mafias de la música así lo querrán y porque la masa, en definitiva, no compra Turandot, por mucho Nessun dorma que le echen.

Otros ruedos hay en que críticos y opinión popular corren más acordes. En general, es difícil que no haya quórum a la hora de pedir sangre a espuertas en los espectáculos, que el líquido y rojo elemento alegra el corazón, mucho más que el vino más caliente. Aterradita me he quedado al ver las fotos y los textos en torno a ese supuesto nuevo mito del albero, José Tomás: aquel hombre como un auténtico Ecce Homo, sangrando por todos los orificios de su cuerpo torero y sin embargo sosteniendo el estoque como si le fuera en ello la vida. El viejo lema “pan y circo” que durante siglos ha desacreditado a los romanos revive con todo su esplendor en estos nuevos tiempos de decadencia –ni siquiera imperial– en que España lo reescribe bajo una fórmula postmoderna y no menos devaluada: “Pans and Company”, digamos. Pan sanguinolento para una company de aficionados ansiosos de glóbulos rojos a las cinco de la tarde y de unos críticos taurinos que, remachando la barbarie, dicen que el nuevo Mesías viene a salvar la fiesta de tal guisa. “No quiere morir, sólo ser perfecto”, sostiene Miguel Mora en El País; y el tío lo escribe tan fresco, con la cruenta imagen del diestro a todo color en el costado, pa’ que se le vean bien los estigmas al doliente, cogido por dos veces pero aguantando en pie como un machote y con mirada vagamente enajenada (o tal vez sólo mareada por la pérdida salvaje de hematíes). Malo el desacuerdo entre las querencias del público y la crítica, pero cuando los intereses de ambos esdrújulos confluyen… es hora de temernos el regreso a las cavernas.

22 comentarios:

MAX Y LULA dijo...

Estupenda reflexión. Por cierto, que en el telediario también salió la Caballé llorando las bondades de Tutto :-) Respecto a lo del nuevo mesías taurino, prefiero abstenerme de opinar lo absurdo y ridículo que me parece todo ese tinglado de mártires y gladiadores con manoletinas. Salud y rock'n'roll :-)

Anónimo dijo...

Mejor no lo has podido definir... Un beso.

Sir John More dijo...

Pans & Company... Je, je, me has hecho reír durante un buen rato. El día que murió Pavarotti escuché varias veces la noticia, tanto en la radio como en la televisión, y sólo cuando vi un reportaje especial de varios minutos conseguí escuchar a Pavarotti cantando algo decente. Esos discos horrorosos que sacó (como Caballé, como Domingo y como imagino que la mayoría de estos analfabetos musicales) sonaban ilustrando la noticia de su muerte. En concreto hay un tema, cuya referencia no tengo, en el que Pavarotti fuerza su linda voz pegando unos gritos insoportables. Y creo que va a ser eso, lo del analfabetismo, porque si algo hay en el debe de muchos compositores e intérpretes de música clásica es su desprecio ignorante de otros tipos de música, y claro, cuando se deciden a hacer algo no culto, pues producen basura incomprensible con Freddy Mercury, con Nacho Cano, rancheritas de tres al cuarto y banalidades de música ligera al estilo Perales. En fin, recordaremos a Tutto (también muy bueno...) en sus mejores momentos y con los estremecimientos que nos produjo.

Besos.

Anónimo dijo...

Mi querido Sir: Me alegra tenerte de vuelta. Lo de "analfabeto musical" creo que responde a que, hace algunos años, Pavarotti reconoció que no sabía solfeo. En la misma línea, se le ha acusado de ser un cantante que no penetraba en los vericuetos filosóficos de sus papeles, porque su formación en estas materias era limitada. Sí, aquellos recitales esperpénticos le hicieron mucho daño, igual que se lo hicieron a la gorda que se empeñó en tener un hijo de la luna... Lo de Nacho Cano ya es otra cosa. Peor aún, quiero decir... Brrr. Tutto bacio ;))

Rukaegos dijo...

Brillante, como siempre. A esa gran dama que es Mirella Freni habría que añadir a Raina Kabavainska. Como no graba discos de tango no encaja en el concepto "popular", pero es una de las grandes. Y no sólo estuvo, sino que además cantó durante las exequias. Y Montserrat Caballé envió una enorme corona de rosas blancas. Al menos se hizo presente.
Añado que una mujer de tanto criterio como Teresa Berganza ha hecho pública su admiración por Pavarotti.

Y bueno, Emilia Levi ha dicho en el DM que tiene discos suyos. Ad Maiorem Pavarottis Gloriam.

Siempre me pareció infumable el engendro de Los Tres Tenores,que tal vez tuvo una (dudosa) justificación en su primera realización. Pero nunca más allá. El dinero, la fama fácil, la caspa, emborrachan. Lo sabemos todos. Y creo que Pavarotti fue el más perjudicado, porque su voz limpia y bellísima se resintió de los excesos.

En todo caso, sobre su "analfabetismo" musical tampoco creo que haya sido bien entendido. Leía música con dificultad (él mismo lo afirmó en varias ocasiones), como le ocurre a su cercana Freni. Pero sus voces mágicas, su oído, sensibilidad, memoria musical, hicieron que pudieran superar la carrera de música y que nos deleitaran en escena y registro. No es nada malo: la historia de la lírica está llena de campesinos y gentes humildes con instrumentos de oro. Y Toscanini en sus memorias afirma que uno de sus mayores problemas como director en La Scala fue intentar prever dónde se equivocarían divos y divas para enderezar su incultura musical y disimular el fallo de lectura o medida. Y hablamos de Gigli, o Bidu.

La edad es mala para todos. Y lo fue para Pavarotti. Pero quedan grabaciones en audio y video que demuestran su alma de músico, su capacidad para llenar de emoción cuanto cantaba. Fue grande, a pesar de sus errores populacheros.
Y hasta algunos de éstos quedan sobradamente justificados por su compromiso con Bosnia y con la ayuda a los refugiados en todo el mundo.

Un matiz más para esta larguísima (lo siento) apostilla. Ojo con los que la crítica, la afición y la mentira han querido convertir en "serios" por no estar entre Los Tres. Sí, me refiero a un Kraus que se enfadó porque Los Tres no fueron Los Cuatro, pero que tras su exhibicionismo de seriedad cantó galas en volcanes, grabó rancheras e hizo cuanto en los otros criticó.

Sobre la sangre ... Trabajo en un poema que habla de nuestra inmundicia nacional, perdón, fiesta. El rojo de la sangre sobre la arena amarilla: nuestra bandera. Tal vez nunca podamos librarnos del estigma. Pero aún más horror que esa foto, recuerdo media página en El País de un crítico taurino indignado porque en este país no se permite torear a menores de 16 años y los pobres chiquitines parece ser que se mueren por torturar animalitos. Y esto lo escribo en el mismo día en que en Tordesillas se celebra El Toro de la Vega.

Anónimo dijo...

Mi querido R.: Tu intervención es tan larga como oportuna. Sabes que siempre eres más que bienvenido. No puedo sino subrayar y respaldar todo cuanto afirmas.
Omití el nombre de la gran Kabavainska por entender que, como directa participante en las exequias -junto a Bocelli-, todos la dábamos por más que presente. En todo caso, tu apostilla es acertada, por cuanto quizá me expresé confusamente. Lo de Caballé sí lo sabía, pero no creo que una corona justifique una ausencia... Tú sabes.
En cuanto a lo que dices de la formación musical como fundamental o no para cantar, totalmente de acuerdo avec toi. No pienso que por saber solfeo se vaya a interpretar mejor a Verdi; bien distinto es que, a priori, saber solfeo parezca bastante necesario para dedicarse a la música. En el caso de Pavarotti, como bien apuntas, se daba la circunstancia de un "instrumento" extraordinario, y ciertamente en grabaciones múltiples quedó bien patente la especialísima voz del tenor quien, además, hacía gala -a mi juicio- de una exhibición muy adecuada de sentimiento. Otros hay con estudios musicales y que, sin embargo, estarían más guapos con la boca cerrada.
De todos modos, el hecho de que dña. Emilia diga que tiene discos del Pava me alivia enormemente...
Y Kraus... Pues sí. Vuelves a poner el dedo en la llaga. Es cierto que muchos para sí hubieran querido aquella fama viscosa de los Tres Tenores, y Kraus entre ellos. En realidad, muchos son los divos/as que se "pringan" en discos infumables con el fin de lucrarse un poquito más la bolsa. ¿Quién no tiene un precio, sea del tipo que sea?
Y los toros y lo que comentas... Bien, ya sabes que la irracionalidad hay que inculcarla en los nenes desde bien jovencitos para que luego obren sin rechistar. Veremos ese poema...
Muchos besos.

Javier Menéndez Llamazares dijo...

Yo estaba pensando en un cruce entre "democráticas" y "crematísticas", y me ha salido «demacrantes»; lo que no sé es si se aplicaría a sus carreras, a las expectativas del público, o a lo que hicieron con el bel canto.
Claro que, después de lo de Luis Cobos, todo vale, ¿no?
Un besote.

Anónimo dijo...

El nunca bien ponderado Luisito, sí señor... El wipp-express de la batuta. Qué agotador, ¿recuerdas? Hace mucho que no se le oye... ¿estará tomando aire? Besos.

Rukaegos dijo...

Hombre, el Luis Cobos ya machacó obras sinfónicas, operísticas, zarzueleras, corridos y rancheras, tangos y no sé qué más. Tal vez podríamos hablar con Marcano para que reuniera la Orquesta Sinfónica de Cantabria (esa que tuvo la desfachatez de presentar al público hace unos meses, a pesar de que no existe) para que con el tachún tachún de basso obligato y la dirección de la inefable melena de Cobos nos hagan un chundamix orquestal a lo alto y a lo bajo.
Con Gago, Revilla y Bustamante de solistas.
Santa Cecilia nos agradecerá la iniciativa, por Belenos.

Anónimo dijo...

Nooooooooooooorrrrrrrr!!

todas las cosas que vienen me recuerdan a ti dijo...

“La crítica se ha dejado caer con toda su crudeza sobre el cuerpo y el alma aún calientes del de Módena, despellejándole sin compasión; “analfabeto musical”, “falto de profundidad” y “arrítmico” son algunos de los piropos más suaves que se le han dedicado en estos días.”


“En general, es difícil que no haya quórum a la hora de pedir sangre a espuertas en los espectáculos, que el líquido y rojo elemento alegra el corazón, mucho más que el vino más caliente.”

“Sir John More dijo.. El día que murió Pavarotti escuché varias veces la noticia, tanto en la radio como en la televisión, y sólo cuando vi un reportaje especial de varios minutos conseguí escuchar a Pavarotti cantando algo decente. Esos discos horrorosos que sacó (como Caballé, como Domingo y como imagino que la mayoría de estos analfabetos musicales)”

Hola ana: Te escribe un analfabeto musical y gramatical, siempre te leí en silencio, pero nunca tuve el coraje de opinar, digo coraje porque admiro la forma en que escribís, yo soy simplemente un humilde caradura, que se la da de lector Borges, que si mal no recuerdo escribió “Seis problemas para don Isidro Parodi” libro por el cual tuve conocimiento de su existencia, un libro digamos populachero, como dirían ustedes, no por eso dejo de escribir mejor.
También admiro a Julio Bocca que es un bailarín de tangos excepcional, por esta bajada terrenal desde el olimpo del Teatro Colon, le costo el no poder bailar mas en esta casa magna, no por eso dejo de bailar mejor, entonces quien se preocupa por despellejar lo popular

Perdon por la extensión.

Anónimo dijo...

Querido amigo: En primer lugar, gracias por tu visita y tu comentario; con la extensión no hay problema. No estoy segura de haberte entendido bien. Creo que quieres decir que la práctica artística de lo popular no interfiere con la producción de obras de importancia (en las letras, en la música, en la danza...). No pienso que aquí nadie haya sostenido otra cosa. Lo que sí me parece importnte es distinguir entre lo popular y lo populachero. Hay productos que recurren a este último escalón para hacerse más digestivos. Y hay personas a las que lo mismo les da que les echen churras que merinas, porque no distinguen unas de las otras. Eso es lo que pongo sobre la mesa, y lo que los visitantes del blog han subrayado.
Y por cierto... ¡¡a mí el tango me apasiona!!
Un beso.

todas las cosas que vienen me recuerdan a ti dijo...

Querida Ana: Una persona como Pavarotti que tuvo la humildad de descender desde el olimpo hasta los infiernos del Dante, por mas que ustedes digan que lo hizo por un aspecto puramente comercial, con lo cual no coincido porque gracias a eso su arte fue conocido por el “populacho”, que de otro modo hubiera sido imposible. Bueno si además en consecuencia de ello se quedo sin vos, eso también fue su elección. Espero haber sido claro esta vez.

Anónimo dijo...

Querido amigo: Esa "humildad" que señalas me parece harto discutible. No creo que Carreras o Domingo, que iban en el mismo barco, fueran precisamente humildes y desinteresados... Si fuese la primera vez que tal cosa se hace, tal vez nos cupiera la duda, pero el camino de los divos está empedrado de iniciativas -crematísticas, no te engañes- de este pelo. Otra cosa es el resultado del experimento. Para mí -y no sólo para mí- el problema radica en que los productos derivados de esta serie de incursiones no son precisamente muy dignos. Pienso que igual que Madonna no debe meterse a ser Georghiu, Georghiu no debe meterse a ser Madonna. Así de simple. Cada cual tiene su voz y su escenario, respetables ambas mientras no se metan en camisas de once varas. Lo demás son demagogias que, a estas alturas de la peli, engañan a muy pocos.
Y en cuanto a lo de la pédida voluntaria de su voz, pues fue un hecho. Por supuesto, a nadie obligan en semejantes materias a suicidarse artísticamente. Si Pavarotti lo hizo, naturalmente que fue por su elección. Cada quien tiene su precio. Saludos.

todas las cosas que vienen me recuerdan a ti dijo...

"Una persona como Pavarotti que tuvo la humildad de descender desde el olimpo hasta los infiernos del Dante"

"Esa "humildad" que señalas me parece harto discutible. No creo que Carreras o Domingo, que iban en el mismo barco, fueran precisamente humildes y desinteresados..."

Querida y estimada Ana: Creo que de quien estábamos hablando era de Pavarotti, desconozco si Jose Carreras carece de humildad, en cuanto a Placido Domingo recuerdo que en 1971 canto en el teatro colon, nuestra maestra pidió una entrevista con él, por supuesto no se la concedieron, entonces mi maestra, Teresita le decíamos, nos llevo a capital con plata de su bolsillo, nos sentó en la puerta del hotel donde se hospedaba Placido Domingo, con la consigna que hasta que no saliera no nos íbamos, a los cinco minutos el volvía no se de donde, entonces Teresita se le acerco, converso con él y sorprendido nos invito al hall del hotel, donde estuvimos, no se el tiempo cuando uno es niño se mide con reloj de arena, pero alrededor de dos horas conversando, además fue muy simpático, hasta canto para nosotros.
Entonces, no se ¿que es una persona humilde? Pero ese no era el tema, después decís: “desinteresado” ¿que significa? ¿Que tendrían que haberlo echo gratis? ¿Acaso ese no es el trabajo de ellos? Ya se me vas hablar de dignidad, pero acaso nosotros si tenemos la posibilidad de ganar mas dinero no lo haríamos, no digo entregando nuestra alma al diablo, porque creo este no es el caso, después decís algo parecido a “zapatero (no tu presidente) a tus zapatos, entonces dicha reflexión me deja fuera de toda discusión, pues no soy ningún critico en opera, yo simplemente hablaba de un hombre que tuvo la humildad de acercarse al “populacho” según vos no muy dignamente, pero desde mi punto de vista sirvió para que la gente común conociese otra alternativa en cuanto a lo que es música.
Otra vez perdón por la extensión y gracias por dejarme expresar, por mas que opinemos lo contrario.

Anónimo dijo...

Pozí.

Anónimo dijo...

Podías haber seleccionado otra fotografía de José Tomás. Yo (lo siento) soy aficionado a los toros y he sufrido y disfrutado viendo a José Tomás. Cada uno acarrea sus debilidades.
Escéptico

Anónimo dijo...

Apreciado Escéptico: Es cierto que le podría haber sacado una foto con puesta de sol al fondo, pero esa imagen es la que le ha catapultado a los altares de la mitología, ergo debería de ssentirse muy orgulloso de ella. Yo (lo siento) soy antitaurina (será, entre otras cosas, porque soy tauro) y estos asuntos tan cruentos me ponen los pelos (sobre todo los de las meninges) de punta. Qué se le va a hacer. Un beso.

Anónimo dijo...

Ana ves el mundo de una forma tan sofisticada y culta que me impacta el analisis que hace de la sangre y el torero ¿no es un poquito superficial?

PC

Anónimo dijo...

Mi querido PC: Tal vez sea una limitación mía. Entiendo la fiesta como algo muy superficial, algo a lo que se quiere revestir de una elegancia de la que carece. Por más que se intente apelar al ritual, al despojarlo de las perífrasis lo único que me queda es una bestia ensangrentada en la arena y una bestia en pie mirando el descalabro. Será que no doy pa'más. O que soy Tauro. Un saludo.

Anónimo dijo...

Admirada Ana

ya no me cabe duda de que no entiendes (ni quieres) la tauromaquia, que solo ves de forma superficial lo cruento. No te falta razón ni poesía sobre el descalabro de la bestia (quien es la bestia)la limitación podrías abordarla, eso es bueno para todo. ¡Que feo lo de antitaurina! ¿es eso moderno? seguro que sabes describirte mejor.

un saludo
PC

Anónimo dijo...

Querido mío: Yo no soy moderna. Nunca lo he pretendido. Tampoco creo que ser "antitaurina" signifique ser moderna. La modernidad me inspira cautela. En todo caso, tampoco me defino como antitaurina, a pesar de que haga comentarios antitaurinos. Como bien dices, creo que hay cosas que sí me definen, y no esa. Pero esos son asuntos que escapan al ámbito de este espacio... Un abrazo.