Pájaros urbanos, 12.05.08

El proceso de construcción de las ciudades es uno de los temas más fascinantes que pueden salirle al paso a un arquitecto, economista, historiador o sociólogo. De modo similar a una lengua, o a cualquier otro organismo vivo, la ciudad crece como producto de decisiones humanas –erróneas unas, brillantes otras– y también de condicionantes culturales que van trazando sus formas y que hacen que Karlovy-Vary, Chicago o Cádiz nos presenten caras por fortuna tan distintas.
En estos días se nos echan encima cambios importantes que habrán de alterar la cara de nuestra ciudad, y no precisamente para bien. A algún cráneo privilegiado se le ha metido en la mollera que hay que echar abajo el edificio de Náutica, en una decisión carente del sentido histórico y cultural más evidente. Por aquí semos así. Pero no sólo en eso. Si algo particulariza a las ciudades españolas respecto a las europeas es el odio a la vegetación. El Englischer Garten muniqués, por citar un ejemplo señero, es en España impensable. La fobia a plantas y árboles la demuestran ya los propios ciudadanos con sus actos vandálicos, pero en el caso de los políticos la acción es aún más devastadora: la aversión al verde se traduce en la tala indiscriminada de ejemplares valiosos, en la sustitución de parques por hormigón (más rentable para los bolsillos personales) y en la resistencia manifiesta a proyectar cualquier pulmón dentro de los límites urbanos, por no hablar del abandono que se inflige a los precarios espacios verdes existentes. En Cádiz, el Parque Genovés y los jardines de la Alameda son ejemplo vergonzante de una desidia que debiera abochornarnos cada vez que un turista pone aquí las plantas. Pero no, no hay miedo, que tenemos bien adiestrado el incivismo.
Parte de la configuración de la ciudad son también sus monumentos, quién lo duda. En esta semana, la inauguración del pájaro constitucional con garras dictatoriales (hay que ver qué uñas, por Dios, dan miedo) ha proporcionado buena muestra del desprecio ecológico de nuestros políticos: se arranca para ello un hermoso ficus cuando se supone que el hábitat natural de cualquier pájaro es un árbol. Pero en España los pájaros viven en las instituciones o en los páramos; tal vez por eso todos ellos necesiten de urgente manicura.

Aquí un detalle de las zarpas del monstruo de Frankenstein: garras de buitre, muslos correosos de pollo viejo, cuerpo de huevera y cola-escalera de Jacob. Vean, vean...


15 comentarios:

JML dijo...

Querida mía:

Esto sí que es pájaro en mano... (¡Madre mía qué uñas, como para darle de comer!) Los ciento volando deben estar en la cabeza del creador de semejante engendro... ¡Criaturita!

Besos

Anónimo dijo...

Criaturita... bueno, mide nueve metros de alto, o sea que imagina el tamaño de las garras. Con una uña y sin esfuerzo te arranca la cabeza.
El caso es que en el proyecto el bicho no tenía ese posado carroñero; es una variación libérrima del artista, que por lo que se ve se fue animando según avanzaba en el engendro...
Beso.

Bardamu dijo...

Joder, como para quejarse del pobre Hierro...
En fin, urbanismo y arte hace tiempo que dejaron de caminar juntos, pero esto....
(perdón por el taco)

Anónimo dijo...

Perdonado de sobra... Sólo espero que no tengas pesadillas, que el grajo da para eso y más.

Rukaegos dijo...

Lo de cuerpo de huevera me ha encantado Anita jajajajaja

NUNCIO TAMALLANGOS dijo...

¿De verdad me dices que han arrancado un ficus para poner la escultura de un pájaro? Bufff, río por no llorar...

Besos desde un ficus (sin especificar más, no sea que vengan a arrancarlo)

doctorvitamorte dijo...

El pajarraco es impresionante.El juego ideológico de pájaro-libertad y jaula-opresión...pues vale.Lo de la escalera, pues no sé. Pero bueno, tenemos bombo para el sorteo de Navidad y tema de carnaval

doctorvitamorte dijo...

Perdona, Ana, ¿qué es esa caja que tiene entre sus garras?

Anónimo dijo...

Pues sí, mi queridísimo Nuncio. Y mira además qué ficus (es el grande en la foto):

http://maps.live.com/default.aspx?v=2&FORM=LMLTCP&cp=q2mt39gg8fgr&style=o&lvl=2&tilt=-90&dir=0&alt=-1000&scene=22167162&phx=0&phy=0&phscl=1&encType=1

Si es que son unos bestias. Besito en rama, como la canela :-)

***

Mi querido Doctor: A mí esas simbologías de patio de colegio no me acaban de convencer; y la escalera que conduce a la libertad... par Dieu.
La caja que se se ve en la foto de abajo (que corresponde a un momento del montaje) va recubierta; es un inocente soporte sobre el que la bestezuela se asienta. Como decía el ínclito, "se nos pueden abrir las carnes".
Besos.

A.S. Olivier dijo...

El crecimiento de las ciudades en este país está suponiendo uno de los mayores dislates y desatinos jamás imaginados. Gestores urbanísticos, políticos y arquitectos ávidos de dinero fácil y diseños aberrantes, están creando espacios deshumanizados, donde la referencia y el punto de encuentro de las gentes que habitan estas nuevas urbanizaciones es un simple y maravilloso Carrefourt Express. De parques, proyectos certeros y paisajismo, mejor ni hablamos. Estamos en Europa... La parte del "SER" aún nos queda lejos.

Anónimo dijo...

El pájaro de Cádiz podía coger con sus garras a la Sardinera de Santander y ambos dos dejarse hundir en la Bahía: en aquella o en esta.
Besos

Anónimo dijo...

A la Sardinera en una garra y a la Quesera en la otra...
Beso.

Morgenrot dijo...

Ana, ¡ cómo te comprendo !.

Conozco y quiero a Cádiz. Hace unos años, estuve paseando por el parque Genovés y daba lástima la basura y dejadez. Y para que yo me sorprenda que vivo en Sevilla...

No hay en Cádiz cultura del parque del inglés de Munich, lejos de esto, lo que hay es un incivismo y unas ganas de hormigón que no se entiende. Pero en Cádiz y en pueblos gaditanos. También en Huelva, y en Sevilla ...

Tantas y tantas veces me pregunto por qué.

Me despido agradeciéndote tu entrada , brillante y elocuente.
Un beso

C.C.Buxter dijo...

Nunca hubiese imaginado que "eso" fuese a representar la libertad o el constitucionalismo, la verdad... En Santa Coloma al Ayuntamiento le dio por poner en mitad de una plaza, sin venir a cuento, una mole que, dicen, es el símbolo de la paz. A mí, para ser sinceros, me recuerda al conejito de Playboy...

Anónimo dijo...

Mi querida Morgenrot: Lo del hormigón, partiendo de la consideración de la catadura moral de nuestros políticos desde hace un cuarto de siglo, es perfectamente explicable desde una óptica delictiva (aunque impune, claro está).
En todo caso, a mí siempre me ha intrigado -e indignado- el odio al verde en este país, que se practica en toda circunstancia y condición. En fin.
Beso resignado.

***

Mi muy querido C.C. Buxter: Desde que nuestros avezados políticos han descubierto las posibilidades del símbolo por encima de la representación figurativa estamos en un hoyo más hondo aún que el precedente. El símbolo -pobres de nosotros- no conoce límites; la estupidez tampoco (Cipolla dixit).
Beso desolado.