Ruido y alcohol, 21.07.08

El verano ha llegado y con él la licencia para caer en cualquier clase de vulgaridad y, de paso, incordiar impunemente al prójimo. El verano es la estación de la chancleta full time, de los sobacos asesinos, de la arena arrojada en tu terraza por la vecina de arriba, de las inmundas barbacoas en la playa, de las canciones cutres acosando sin tregua desde las fauces abiertas de los locales especializados en timar con garrafón. El verano en sí mismo es un ente perverso cuyo fin justifica sus medios, de manera que cualquier mal que provenga de él se entiende como aceptable y hasta normal, del mismo modo que los aquejados por la peste negra en aquella Europa del siglo XIV admitían con naturalidad que les salieran bubones en las axilas unos días antes de diñarla.
El verano es, también, el tiempo del ruido desconsiderado, en cualquier lugar, a cualquier hora. Una de las preocupaciones capitales denunciadas por el depredador veraniego tipo es el horario de cierre de los locales hiperdecibeliados y la imposibilidad de estar hasta las tantas en una terraza dando la matraca al vecindario; las leyes que existen al respecto y que, a saber por qué, se incumplen sistemáticamente, son vistas por esta destructiva especie como amenaza de acoso y derribo. Este depredador, además, asegura que el ocio nocturno pierde puntos si no se puede molestar al personal durmiente; el encanto turístico de la ciudad, afirma tal espécimen, se resiente, lo que es dar por hecho que al turista de verano lo que de verdad le pone es beber y fastidiar.
Está claro que quienes cantan las excelencias turísticas del ruido nocturno, a la par que insolidarios con sus semejantes, son sujetos poco viajados y poco duchos en tales materias. Las ciudades más turísticas de Europa, las que reciben millones de visitantes año tras año –París, Roma, Londres…- se sumen en el silencio más absoluto a las nueve de la noche. Sus viajeros no precisan de escándalo nocturno para entretenerse, antes bien, aprecian la calma y el descanso tras una jornada de intensa actividad. Mientras sigamos pensando que alcohol y ruido son nuestras mejores bazas veraniegas, seguiremos atrayendo chusma adicta al vandalismo, y serán otras las ciudades que se lleven el auténtico turismo: el que deja beneficios contantes y sonantes.

14 comentarios:

C.C.Buxter dijo...

Si a todo eso le añades el calor pegajoso y húmedo, he ahí la lista de razones por las que prefiero el invierno.

El día después de la verbena de San Juan dieron en el telediario el típico reportaje en el que guardias urbanos intentaban apartar de la playa a resacosos fiesteros, para dar paso a los equipos de limpieza, que tenían un hermoso desafío: dejar la arena libre de porquería. Uno de los pocos que todavía podía hablar se expresaba en los siguientes términos: "Cuando no es por el ruido, es por la suciedad... siempre hay alguna excusa para impedir que nos lo pasemos bien". ¿Recuerdas lo que hablamos sobre los estúpidos que no saben que lo son?

A mí me da que, si no hubiese verano, este tipo de gente se las arreglaría para inventarlo.

Anónimo dijo...

Sí, hay gente que siempre se las arregla para divertirse molestando al prójimo y destrozando su entorno. Y no te quejes, que entonces eres un intolerante o un represivo...
A ver si pasa pronto la estación. Besos.

Morgenrot dijo...

Totalmente de acuerdo contigo.

Como estoy más unida con las tierras germanas, noto tanto la diferencia entre mi ciudad y un Berlín, un Munich , una Viena o una pequeña ciudad o pueblecito de allí...que me ruborizo cuando constato dónde vivo y qué valores cívicos tenemos aquí.

Es cuestión de educación y vamos para atrás...

Anónimo dijo...

Ya lo decía Gobineau: "no venimos del mono, vamos hacia él". Aunque bien mirado, los monos chillan, pero no beben...
Besitos.

Anónimo dijo...

Y me pregunto: ¿para qué trabajan los comerciantes del centro 8 horas diarias, si hay un negocio perfecto?:los buenos y grandes locales del centro convertidos en clubes nocturnos que están llenos un par de días de 12.00 a 4.00 de la madrugada, y el resto de la semana vacíos o cerrados....(eso sí, el par de días, llenos de ruido y dedicados a la venta de bebidas con alcohol, cafeína....y otras muchas inas). Todo muy consentido por las municipalidades... en aras del "turismo" dicen.... En fin, grandes negocios y "lavaderos". A lo mejor hay suerte y también les afecta la crisis de la construcción... y por fin se puede dormir tranquilo....Batalla perdida creo....

Anónimo dijo...

Sí, batalla perdida. Es demasiada la mugre para intentar combatirla con métodos civilizados.
Saludos.

doctorvitamorte dijo...

Seguramente son efectos del calor. Ajenos a la voluntad del sujeto ejecutor o incitador.Pero igual que a perro flaco todo son pulgas, a políticas municipales y autonómicas flacas todo son "ruido y alcohol"

Anónimo dijo...

En Hefesto, Doctor. Mire a ver si nos da usted unas pastillitas que solucionen la cosa, por favor :-)
Un abrazo.

Luis López dijo...

Horror.....................

Anónimo dijo...

...terror y pavor...

Cristian M. Piazza dijo...

Hola Ana,

Lo tropical no es tu fuerte... :)

Lo de "los sobacos asesinos" es fantástico.

Como en NY se vive de ruido las 24 horas en cualquier época del año, su ausencia causa controversia.

Beso a pesar del verano.

Anónimo dijo...

Querido Cristian: Es verdad, hay lugares en los que el ruido parece a sus habitantes una necesidad, de puro acostumbrados que se encuentran. Por el contrario, sabrás que hay en algunas agencias ofertas para visitar circuitos de ciudades silenciosas. Yo cada vez detesto más el ruido, el ocio y el disfrute no tienen por qué ser ruidosos.
Besos veraniegos y calmos :-)

Cristian M. Piazza dijo...

Ana,

No puedo estar más de acuerdo contigo. Salvo el orgasmo y ciertas canciones lo demás podría evitar el ruido.

Yo también conozco lugares en NY donde se esconde el silencio. Y no cobro para mostrarlos.

Beso

Anónimo dijo...

Cristian: Propones dos buenas excepciones :-D
En cuanto a tu altruista ofrecimiento, lo aprovecharé en cuanto planee un viaje a NYC.
Besos muchos.