Libros y huesos, 03.08.08

Hace un par de días leía en los periódicos que aproximadamente un 30% de los españoles no coge nunca un libro. Es dura de pronunciar, esa palabra, en relación con el acto de leer: “nunca”. Confieso, no obstante, que el porcentaje me ha parecido escaso. A juzgar por las conversaciones casuales que se oyen en cualquier lugar, por la penosa programación televisiva y radiofónica a que sin compasión se nos somete, por la infracalidad de muchos textos periodísticos, incluso por la vergüenza ajena que se siente al escuchar los debates e intervenciones de algunos de los miembros y miembras de nuestra sinclase política, se intuye que el tanto por ciento de desconocedores de ese extraño objeto llamado libro debe de ser mucho más elevado. Las estadísticas, ya lo dijo Borges, son como la democracia: el arte de mentir con números; y si no las manipula alguien inteligente –como a Churchill le gustaba hacer y admitir– pueden hacernos luz de gas.
Conforme se lee menos en este país de nuestras entretelas, nuestros escritores también bajan la guardia; el gaditano Eduardo Mendicutti acaba de denunciarlo en Santander, en los cursos de verano de la UIMP: “en el autor de ahora se prima la velocidad y la sencillez lingüística, se ha huido de la preocupación por el lenguaje”. Cierto. Así nos va. Las nuevas generaciones –y no tan nuevas– se han entregado ciegamente a la dictadura de la imagen. Como masticar es costoso, ya sólo se traga. A este paso, de puro desuso, acabaremos por perder los dientes.
No es extraño, pues, que en detrimento de la letra impresa, las series de TV –algunas buenas, otras no tanto– vivan hoy su edad de oro. Y que algunos de a pie se crean héroes de peli por un día. Como el amigo de Cai que en esta semana denunció a la estudiante de Medicina que exhibía unos huesecillos humanos en el alféizar de su ventana; una actividad de lo más común, por otra parte: ¿quién no tiene unas tibias oreándose en el balcón mientras se cuece el caldo? Pero el vecino justiciero debió de pensar que vivía un capítulo de Dexter y que la alumna era una forense pulcra y asesina con un siniestro modus operandi, así que alertó inmediatamente a los polis. Por el momento el diligente mozo no ha conseguido salir en Salsa Rosa, pero todo se andará.

17 comentarios:

Idea dijo...

Querida Ana, parece que el mal de creerse lo que las series buenas y malas nos cuentan es un mal extendido en el planeta. Es interesante el efecto que producen en nosotros las imágenes respecto de las palabras. El tiempo de unas y otras son sustancialmente diferentes pero hemos llegado a confundir el tiempo audiovisual con la realidad. Pensamos que los enigmas se pueden resolver en 50 minutos y grande es nuestra frustración cuando descubrimos que no es así. Tal vez, si ese 30% de la población que no lee, lo hiciera, comprendería que muchos mundos son posibles de construir, pero que ninguno sustituye el que no es preciso imaginar porque existe. La escritura veloz y la sencillez lingüística, creo, son a la literatura lo mismo que los programas Salsa Rosa al cine de calidad, el sometimiento de la cultura a las leyes del mercado capitalista.
Besos

Anónimo dijo...

Querida, la imagen está contribuyendo a la construcción de un mundo y unos estereotipos en los que prima, como en la literatura que denuncia Mendicutti, la velocidad y la sencillez (creo que más bien simplicidad, entendida en su peor acepción). Con ello se van atrofiando las neuronas y anestesiándose el sentido crítico, que es lo que necesitan los listillos para seguir llevándose la mejor parte de todos los pasteles. En la imagen y las masas cabe situar dos de los mayores males de nuestro tiempo... Un beso.

C.C.Buxter dijo...

A propósito de estadísticas, recordaré la conversación que en "El apartamento" tienen Jack Lemmon y Shirley MacLaine:

J.L.: ¿Sabía usted que, según las estadísticas, en la ciudad de Nueva York cada ciudadano tiene dos resfriados al año?

S.M.: ¡Oh, pero eso es terrible!

J.L.: ¿Por qué?

S.M.: Porque como yo nunca me resfrío, habrá algún pobrecillo que lo haga el doble de veces para compensar.

J.L.: Sí, ese pobrecillo soy yo...


Como bien dices, poco me parece el 30%; mi experiencia es que los que leemos tenemos que "compensar" por muchos... Es descorazonador ir a casa de alguien y ver que siempre tiene los mismos libros (no leídos), colocados en un estante como si fuesen jarrones decorativos. Y lo peor, como ya he dicho otras veces, es que se trata de gente que ha ido a la universidad.

Por lo que se refiere a las series, y dejando de lado que Dexter es mi asesino en serie favorito, el otro día leí algo que creo bastante acertado: las series de televisión son en la actualidad lo que el folletín era en el siglo XIX. E igual que del folletín, de las series se pueden sacar obras maestras o basurilla para pasar el rato.

Anónimo dijo...

Querido C.C.Buxter: Pues a mí, por el contrario, me parece alentador ir a casa de alguien y que siempre tenga los mismos libros, en especial en invierno: eso es señal de que al menos no los utiliza para la chimenea :-)
Por lo demás, a mí también me cae simpático el Dexter este. Pondría uno en mi vida si no temiera quedarme aislada :-)
Besosssss.

Bardamu dijo...

Pues en el tren que cojo casi todo el mundo va leyendo, sobre todo mujeres, que son las que predominan en el transporte público. Y no quiero decir nada con eso.
Por cierto, mis vecinas sólo tienden la ropa, nada de huesos ni de casquería variada. Qué pena.

Anónimo dijo...

Tu sigue atento, que cualquier día de estos verás un fémur en alguna ventana, como recompensa a tus desvelos :-)
Beso veraniego.

celebrador dijo...

Vale lo confieso, practicamente no leo nada, sniiiiffff

Anónimo dijo...

:-)

NUNCIO TAMALLANGOS dijo...

Querida Ana,

acabo de enviar un comentario y me ha dado error. No se si te llegó. Si es que no, te ahorraré la tontería que había dicho, pero mantengo el besote que te enviaba.

Anónimo dijo...

Lástima, me hubiese gustado leer la tontería :-)
Besote para ti.

doctorvitamorte dijo...

Ana, eres demoledora. Y además lo haces con tanta elegancia que voy a comprarme un sombrero para quitármelo cada vez que te leo.

Anónimo dijo...

Beso descubierto, Doctor :-)

Unknown dijo...

Estimada Ana,

Hace tiempo que leo y releo sus palabras. Hoy me decido a escribirle para darle mi más sincera enhorabuena por sus textos.

Saludos,

Lara

Anónimo dijo...

Querida Marta de Lara: Gracias por el estímulo de tus palabras. Y por cierto... bellísimas fotografías las de tu bitácora. Un brazo de bienvenida.

Anónimo dijo...

El Sur me resulta bien conocido... En Cádiz pasé algún tiempo de mi vida no muy lejano. Un abrazo de bienvenida, amiga.

Cristian M. Piazza dijo...

Ana hermosa,

El mundo entre lectores y "nunca" lectores siempre ha sido así de aparatoso en su separación. Es difícil resignarse a las cifras, a lo brutal de la estadística.

Hay países (he vivido en uno de ellos) donde la cifra se invierte: 70 "nuncas"

Beso alarmados

Anónimo dijo...

Queridísimo: Pienso que en España es más del 30% el porcentaje de personas que nunca coge un libro. Lo que pasa es que la vergüenza que suscita una pregunta a bocajarro de esas características reduce la estadística...
Por otro lado, hay un tipo de "lector" que se cree tal, pero que no lo es. Es el lector que se atiborra de lectura basura. Nadie en su juicio piensa que comer en un McDonalds es "comer"; sin embargo, muchos creen que leer mal es leer.
Beso.