Nada es lo que parece, 16.08.06


Después de ser enseña, durante décadas, de la progresía alemana más recalcitrante, de la denuncia más ídem de los totalitarismos de su tierra y los de otras, Günter Grass ha tirado de la manta y ha dejado estupefactos a unos cuantos. Y es que el escritor de Danzig ha decidido revelar en sus memorias, ahora a punto de publicarse –Pelando la cebolla–, que formó parte en su primera juventud de las Waffen-SS, unidad de represión de élite en el régimen nazi dirigida por Himmler; detalle este que Grass ha adelantado en entrevista concedida al diario alemán Frankfurter Algemaine. Oh, sorpresa. Nada es lo que parece.
Como es lógico, las reacciones entre los germanos no se han hecho esperar. Desde los que opinan que la confesión da carta de honorabilidad a Günter Grass, pasando por los que no entienden cómo el escritor ha tardado tanto tiempo en airear este aspecto de su pasado, hasta los enemigos que se aprovechan de la ocasión para condenarle sin piedad, fantaseando con una turbia conexión con el nazismo –tan peliaguda por aquellos pagos– e incluso sugiriendo malévolamente que todo es un montaje del escritor para auspiciar las ventas de su inminente libro. Lo cierto es que el tambor de hojalata del alemán está sonando de lo lindo, cuando ya nadie pensaba que pudiera hacerlo, y con una melodía tan imprevista como insólita.
Grass insiste en que no pegó ni un solo tiro, en que no tenía más que quince años. Vamos, algo así como que él sólo pasaba por allí. La verdad es que fueron otros muchos los que también pasaron, en un contexto de desórdenes y confusión. Gottfried Benn alumbró en el primer año del ascenso de Hitler encendidos panegíricos, aunque unos meses después se retractó y hasta fue denigrado como “artista degenerado”. Fritz Lang y su esposa, la brillante guionista Thea von Harbou –olvidada autora de Metrópolis–, se dejaron seducir por la atracción de la esvástica, aunque posteriormente Lang acabaría marchándose a los Estados Unidos. En el caso de Grass, a diferencia de los ejemplos reseñados, se da la enojosa circunstancia de que sus veleidades nazis se produjeron sobre 1942, cuando ya el régimen estaba más que en su salsa; parece que al jovenzuelo Günter le iban las emociones fuertes.
Ahora bien, lo que quizá deberíamos cuestionarnos es el calado real de la fugaz incursión de Günter Grass en las SS. El asunto no es fácil, pero parece que también debieran tener su peso –bastante mayor, en realidad- todos los años posteriores comprometidos en la defensa intelectual de los derechos más elementales. ¿Por qué el silencio hasta ahora? Si miramos hacia atrás, hacia épocas no demasiado lejanas, no resulta tan difícil de entender. Wilhelm Furtwängler, verbigracia, mantuvo una extraña relación con el nacionalsocialismo, abanderando la Filarmónica de Berlín en los años más duros y al tiempo ayudando a algunos amigos judíos a eludir destinos trágicos. La permanencia en Alemania hizo que este director, uno de los más grandes de todos los tiempos, jamás tuviera entrada profesional en Estados Unidos y que, según se dice, llegara a ser abofeteado en una ocasión por Toscanini –a la sazón enmaridado con una judía. Furtwängler, no muchos lo saben, se dejó morir de tristeza en la nieve, abatido por la lejanía de la música y el peso de la Historia. Furtwängler y otros que tuvieron alguna relación, siquiera remota, con el nazismo fueron sometidos a un ostracismo que les acompañó toda su vida. Un destino que, inexplicablemente, no han sufrido otros autores que se han posicionado, plenamente conscientes y ya adultos, a favor de ciertas políticas espeluznantes de América Latina. El traído y llevado Mario Vargas Llosa, Octavio Paz o Jorge Luis Borges nunca han padecido especiales represalias por sus “peculiares” credenciales políticas.
Grass se enfrenta ahora al poderoso lobby de las víctimas judías –que, por otra parte, no fueron las únicas que cayeron en el Holocausto– con una confesión que, tal vez, no hace sino confirmar la dignidad del derecho a la evolución ideológica. Ha tardado años, temiendo quizá las consecuencias. Sin embargo, aunque nunca es tarde para encajar el desprecio o el insulto, esperemos que la labor intelectual de Günter Grass se considere a estas alturas lo suficientemente trascendente como para neutralizar en sí misma los ataques mediatizados y reforzar su mensaje sostenido de denuncia contra la opresión, ya histórica ya presente, de la verdad y las libertades.

4 comentarios:

Jaime Paz dijo...

Pues a mí sí que me sacó de onda la noticia de Günter, y como dices, su tamborsito ha de estar más que roto, de tanto recuerdo que ahora se le viene. No entiendo cuando algunos piden que incluso se le retire el Nobel, pues no creo que lo que haya hecho cambie el sentido de alguna novela, o algo por el estilo.

Eso si, de que una buena parte de sus lectores con raíces judías lo hayan visto feo en últimas fechas, lo comprendo, mas no lo justifico.

Pues veamos en qué termina todo esto, y si las ediciones de su autobiografía siguen vendiéndose como pan caliente. Ya hay una traducción al español, o mínimo al inglés?.

Saludos.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con todo lo que planteas. Realmente, sigo sin entender por qué la gente se ha escandalizado tanto. Sólo hay que pensar que, en cualquier situación crítica de guerra, en cualquier país del mundo, a los jóvenes los llaman a filas. Que nos lo digan a nosotros, que tuvimos una generación diezmada por la guerra civil española. Los nazis llamaron a filas a todos los suyos, más en esa época ya terminal, en que andaban a falta de soldados, y hubieran reclutado hasta a los muertos de haber podido sacarlos de las tumbas y colgarles un fusil.
Era de esperar que la autobiografía se iba a vender como rosquillas; las editoriales importantes no dejan pasar oportunidad alguna. Que yo sepa, aún no está traducida, pero me imagino que en quince días lo estará. De todos modos, te adjunto un enlace donde se informa sobre ello: http://www.jornada.unam.mx/2006/08/18/a05n2cul.php

Un abrazo y gracias por estar ahí.

Jaime Paz dijo...

Gracias!

Por cierto... ¿qué solamente Alfaguara tiene derechos de publicar cualquier cosa en castellano?

Saludos.

Anónimo dijo...

Jaja. Pues me temo que así es... Lo peor es que Alfaguara hace treinta años era una editorial magnífica, mientras que ahora sólo es una máquina de generar dinero. Pero en fin, eso ya es otra historia, más turbia que la de Grass me temo...
Gracias a ti. Saludos.