Cádiz y La Isla de los Ratones, 14.03.07

Se llama “Isla de los Ratones” a una pequeña roca poco menos que perdida en la Bahía de Santander. Esta roca era en tiempos bastante mayor, y hasta se dice que servía de lazareto y de estación provisional de cuarentena para los barcos que llegaban hasta el puerto con enfermos a bordo; se dice esto y también que en aquella isla proliferaban los ratones, felices en los que consideraban sus dominios.
En 1948 había un joven poeta de veinte años que frecuentaba una tertulia en Santander a la que asistían José Hierro, José Luis Hidalgo, Julio Maruri, Ricardo Gullón, Carlos Salomón… El poeta había llegado a aquel café algunos años antes, con apenas diecisiete, de la mano de Julio Maruri, y como él mismo confiesa, en aquel día no le hicieron mucho caso. Más tarde, aquel muchacho escribiría novelas notables y por su galería de arte pasarían los más importantes pintores del medio siglo, que para él eran, sobre todo, amigos. Pero, además, con veinte años Manuel Arce iba a iniciar una de las aventuras literarias más hermosas de la dura España de la posguerra: la revista literaria que se llamó La Isla de los Ratones.
Manuel Arce tenía por vecinos y amigos a dos impresores, los hermanos Bedia, que acababan de hacerse con una Boston de mano. Los Bedia querían darle uso al invento y le propusieron a Arce imprimirle unas tarjetas de visita. Él les respondió que prefería hacer una revista literaria. Se juntaron para echar cuentas y pensaron que con unas cuantas suscripciones podrían financiar la idea, así que se pusieron manos a la obra. Ya sólo faltaba un nombre para la publicación. Arce se encaminó a la tertulia de poetas con el ánimo de sacar un título loco de aquella reunión; a punto ya de irse, desesperado de lograrlo, un pintor –Manuel Vázquez– le dijo no sin sorna que podría llamar a su revista La Isla de los Ratones. Ahí estaba: era perfecto.
Todo parecía marchar bien hasta que a Manuel Arce le llamó a su despacho Pedro Gómez Cantolla, subjefe provincial del Movimiento y a la sazón director de la mítica Proel. A Cantolla le parecía inadecuada la aparición de otra revista independiente de Proel. Y comenzaron las trabas administrativas: la nueva revista no podía ser revista, sino que debía limitarse a constituir meras “hojas de poesía”, que en cuanto tales no podían ir grapadas ni cosidas ni podían llevar numeración ni paginación ni fechación ni… apenas nada. La osadía y la temeridad del joven Arce lograron en no pocas ocasiones burlar estos impedimentos, del mismo modo que se consiguió eludir los inextricables vericuetos de la censura dando espacio a poemas de Nicolás Guillén o Pablo Neruda o incluso a un texto de Miguel Torga dedicado a García Lorca.
Visor Libros acaba de publicar una edición facsímil con todos los números de La Isla de los Ratones aparecidos entre 1948 y 1955, que fueron los años de su nacimiento y extinción. La cubierta de este volumen tan bello como necesario se ilustra con la portada de uno de los números más representativos de La Isla: el 13, número especial de 1951 que incluía trabajos de Torga, Hierro, Santos Torroella, Brossa, Vivanco, Hidalgo, Celaya, Crémer, Teixidor… y singularísimas viñetas de ratones expresamente creadas para la revista, obra de Guinovart, Tàpies, Aleixandre, Vivanco, Cabré, Zamorano, Otero, Laffón, Diego, Cossío… Ahí es nada. Una de las joyas de mi biblioteca es ese pliego número 13, original que por fortuna poseo como regalo personal de Manuel Arce.
En La Isla de los Ratones aparece Pilar Paz Pasamar por primera vez en el número 15, junto a Valverde, Bousoño, Nora, Labordeta, Crespo… y un bonito ratón de Leopoldo de Luis. El gaditano Carlos Edmundo de Ory participa igualmente con un poema en un número doble, el 16-17, en que ya se aprecia el peso de la pintura en la formación de Arce. A partir del número 19-20, Pilar Paz se hace asidua de La Isla: en esta entrega en particular aporta un precioso ratón, atildado y con libro bajo el brazo, como ilustración a un poema del gran poeta del mar, Jesús Cancio. El número 21-22, igualmente doble, recoge un poema suyo –“El desahuciado”– y una imagen de Pilar Paz en una galería fotográfica titulada “Poetas de hoy”, en la que figuran asimismo Bousoño, de Luis, Otero, Hierro, Diego, March y el propio Arce; en este número, además, hay poemas de Caballero Bonald, también de Nicolás Guillén, Otero, Diego, Emié, Cote Lemus, Bengoechea, March, de Luis, Arce y Garciasol.
Suponemos que cuantos estuvieron en algún número de La Isla de los Ratones (Pilar Paz, Caballero Bonald y todos los demás) se sentirán dichosos ante la aparición de este facsímil, ante el recuerdo dulce de una revista mítica como la roca que le dio su nombre, saludada por Aleixandre como llama de poesía “en otro núcleo ardido”.

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