Botellas de carreras, 11.11.07

Hace pocos días hemos sabido de los destrozos vandálicos causados en la zona de la Punta de San Felipe, dispuesta por el Ayuntamiento gaditano para desempeñar la noble función de “botellódromo”. Lo primero que me sorprende es la denominación: ¿botellódromo? Que yo sepa, ‘drómos’ en griego designa una “carrera” o bien el lugar donde se celebran carreras (hipódromo, canódromo, etc.). Para los egipcios, el ‘drómos’ era la avenida de esfinges que conducía a sus templos. Como lo de ‘botella’ no parece precisar de explicación, intento realizar la traducción del término, pero la verdad es que se resiste: ¿carreras de botellas? ¿botellas de carreras? Es lo malo de los helenismos: o te visten o te dejan en ridículo. Al consiguiente estupor se une otro aún mayor: el Ayuntamiento ha invertido más de 375.000 euros (casi 65 millones de pesetillas de las de toda la vida) en acondicionar este nuevo espacio de competición del vidrio. En seguida se nos viene a las mientes que esa partida presupuestaria no precisamente desdeñable podría tener mejor destino que la financiación y amparo de borracheras y vomitonas locales… lo que por otra parte parece un cuestionamiento encubierto de la “ley antibotellón” de 2006.
Pero… como decía el Super Ratón, no se vayan todavía, que aún hay más. El loable propósito del Ayuntamiento de Cádiz al efectuar tamaña inversión es el de convertir el botellófono en algo con glamour, instalando mamparas protectoras contra las inclemencias del tiempo, barras de chiringuito y escenarios para actuaciones. Se han olvidado de unos dispensadores de condones y maría. Siempre pensé que lo del botellógrafo era algo que los mozos practicaban a la intemperie, con sus bebidas compradas en el hiper y las bolsas de plástico apañadas para lo que fuera menester. Lo primero que se han cargado los botellófagos, con elocuencia digna de un Anacreonte, son las mamparas protectoras. Normal: con lo bien que sienta el aire en la neurona cuando el alcohol empieza a circular. El problema de las autoridades correspondientes es que no tienen la menor idea de lo que es un botellóptero; si lo supieran, dejarían a sus devotos al raso y gastarían los dineros públicos con mejor propósito.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Si el personal solo sabe divertirse bebiendo, algo grave está sucediendo, pero que no cuenten conmigo para hacer recintos donde mamarse.
Escéptico

Anónimo dijo...

Qué añadir... apoyo lo que dices.
Lo triste no es que unos cuantos descerebrados se diviertan de ese modo -que lo es-; lo peor es que las autoridades, por aquello de los políticamente correcto, intenten contentar al personal con medidas que van contra las leyes y contra la ética más elemental.
Beso.

zeta dijo...

Eso que dices a quí suena curioso...Parece que la tendencia de la ley a degradarse está en todos lados...Suerte con los malos espectaculos,ojala que les bajen el telón a esos borrachos...

Anónimo dijo...

Jajaja, bajarles el telón... Magnífica ocurrencia. Un beso, querido zeta.

Rukaegos dijo...

Supongo que la sociedad de la opulencia y la falta de horizontes tiene estos lados oscuros.
Pero puedes estar tranquila: en Santander ha dicho Arasti que no harán carreras de botellas, porque prefieren educar a los botellofantes (¿o bellotafantes?), eso sí, sin crear programa alguno, ni educadores de calle ni nada de nada.
Y Carmen Ruiz se nos ha proclamado botellófoba en la Hoja Parroquial y propone que para luchar contra la botellomaquia se instalen terrazas monas en Cañadío. Y así, si tenemos que soportar botelloclasis, que sea en el extrarradio, que se ve menos.
¿No te parece ideal? El botellón para los pobres y en el centro terracitas que paguen impuestos y anulen un espacio público más.

En todo caso, para los botellócratos, yo propondría campos de reeducación a lo Pol Pot.

Anónimo dijo...

¿Por qué será que eso de Pol Pot me ha tocado el corazón? :-))

NUNCIO TAMALLANGOS dijo...

Realmente, es inquietante la actuación del ayuntamiento. Y si se creen que esa inversión les va a reportar réditos electorales, es que no saben lo increíblemente llenas de olvido que están las resacas de los visitantes al botelloloquesea.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Práctica lucidez la tuya, querido Nuncio. En efecto, no creo que los botellodáctilos voten precisamente -si es que votan, que muchos ni siquiera tienen la edad para ello- a los instigadores de semejantes medidas vanamente populistas.
Un abrazo y gracias por estar por aquí.

Sir John More dijo...

Problema peliagudo el que planteas, Ana. No trabajo directamente con jóvenes, pero sí con montones de técnicos y técnicas de juventud, y tengo dos enanos que se acercan a pasos agigantados a las puertas de los botellones. Por supuesto, doy fe de que la mayoría de las administraciones andan respondiendo a este problema con medidas populistas y/o insensatas, cuando no mandan a la policía, cosa que suele suceder de forma inversamente proporcional a la molestia y al daño externo que producen estas concentraciones. Porque el daño interno es inmenso, aunque fruto, no cabe duda, de ese desprecio generalizado que existe en nuestra sociedad por la educación y el conocimiento. Tú apuntas con gracia algunos culpables, pero leyendo los comentarios de los compañeros se me ocurre que no podemos pensar, ni por un instante, que la botellocracia sea un fenómeno de unos cuantos degenerados a los que habría que poner en su sitio. El fenómeno es más complejo, y para solucionarlo se deberían afrontar numerosos problemas (muchos de los cuales llenan nuestros artículos cada día), pero claro, para el político de turno, que más que por el servicio público se deja guiar por las encuestas de voto, resulta mucho más fácil tratar de contentar a todos. Andamos en un círculo vicioso infernal que provoca terror y vértigo, y ni las medidas descerebradas de nuestros políticos ni la contundencia de las porras podrán romperlo.

Besos algo desesperanzados.

Anónimo dijo...

Queridísimo Sir: Dices bien cuando afirmas que la botellocracia no es cosa de unos cuantos a quienes poner en su lugar. Ojalá fuera todo tan sencillo. De hecho, el fenómeno está adquiriendo proporciones alarmantes porque son varias las causas y complejas, y porque los responsables, como todos los responsables de todas las desgracias que en el mundo son y han sido, se echan la parte afuera.
Si pensamos que hay quien ha estado tolerando que un individuo al frente de una ONG en Etiopía pueda presuntamente hacer las barbaridades que se le imputan, imagínate lo que es el botellón: un cachondeo que ni nos quita ni nos pone. Padres con memoria histérica y pedabobos sin un gramo de sensatez en el cogote son los responsables de este descalabro que nos lleva al caos, pero... ¿quién lo denuncia sin llevarse una pedrada?
La ceguera y la estulticia de nuestra sociedad actual son tan fuertes que a mí personalmente me aterran. Habremos de ver hazañas aún mayores, seguro.
Beso desolado.

Jorgewic dijo...

¡Juas! Buenísimo lo del "pedabobo", lo apunto para otra ocasión, chata.
Y, por cierto, y a lo tonto, como bien indicas, ¿no te parecen muchos millones 65 para "acondicionar" cuatro corrales y un par de meaderos móviles? ¿Eh? ¿O estamos ante otra de las habituales "mordidas" funcionariales con "subcontrata a dedo" interpuesta para que esos amiguetes espabilados del alcalde de turno llenen la andorga? Estos tios no dan puntada sin hilo, ya lo sabemos, se las suda la juventud española, a lo que van es a explotar el chiringuito del cargo.
Besos

Anónimo dijo...

Pastón sí que es. Pero no vamos a dudar de la integridad de los funcionarios municipales, ¿verdad? Y menos en materia de "meaderos móviles" :-)
Beso, corazón.