Machos, 25.11.07

Hoy se celebra –es un decir– el Día Internacional de la Violencia contra las Mujeres. Ayer, con tan ominoso motivo, tuvo lugar en Cádiz una marcha desde la Plaza de las Flores hasta la Audiencia Provincial. Más de 70 mujeres han sido asesinadas en España por sus amantísimas parejas en lo que va de este siniestro año que aún no ha terminado, y Andalucía es la Comunidad que registra mayor número de casos: una quincena. A ello hay que añadir las más de 300 mujeres que se suicidan cada año por el horror sufrido en el ámbito doméstico o sentimental.
Hace poco más de una semana leíamos el alarmante despunte que está experimentando en Cádiz la actitud del ibérico machito de charanga y pandereta entre los más jóvenes. Nuestros angelitos de quince confesaban sin reparos insultar a sus novietas, darles bofetadas o romperles la ropa por considerarla indecente. Las niñas, entre tanto, admiten como natural el instinto de semejantes bestezuelas, asumiendo su culpa y preparándose así para enunciar aquella frase que, en boca de una de sus pacientes, aterró al médico forense Miguel Lorente, y que más tarde se hizo libro: “Mi marido me pega lo normal”.
¿Qué es lo que maman estos aprendices de matones en casa y en el cole? ¿En qué estercolero pace una sociedad que entiende como “normal” una paliza propinada a la propia compañera o que se deleita a la hora del café con un programa infecto donde semejantes inmundicias se exhiben como entretenimiento? Los optimistas de la cosa -nunca faltan– nos dicen que exageramos, que países supuestamente más “avanzados” como Suecia, Alemania o Gran Bretaña tienen tasas más altas de maltrato. Al fin va a ser verdad que en estos lares a las mujeres se les pega lo normal. A lo peor hasta vamos escasos.
Es obvio que la Ley no ataja esta situación de extrema gravedad social, que bien podría calificarse de terrorismo doméstico. Los indicios de delito son ignorados descaradamente por autoridades e instituciones hasta que no corre la sangre. Las órdenes de alejamiento son un cachondeo. Jueces visionarios obligan a algunas mujeres a regresar con su maltratador. Por no hablar del sector de “hombres” que, al olor de la tajada, lloriquean por las esquinas haciéndose las víctimas; aunque lo suyo, claro, siempre es psicológico.
¿Servirá de algo el día de hoy? Lo dudo. Tal vez contemos una muerte más.

27 comentarios:

Sir John More dijo...

Esta mañana escuchaba una antigua canción de un tal Gianni Bella, titulada De amor ya no se muere. Permíteme que la transcriba entera:

Si acaso nuestro amor de nuevo fracasara
tu sabes que seria lo peor que nos pasara
lo que hubo entre los dos no se hizo en un momento
a ti no te compré, por eso no te vendo

Tu, tristemente tu
me dijiste cuando me alejé
que de amor ya no se muere
mas muriendo me marché

Pero estoy aqui
tras un año he comprendido que
si de amor ya no se muere
yo sin ti no viviré

Abrazame también
no importa que nos vean
si sabes que me hace tanto bien
quizas comprendas
que se han de aprovechar todos los minutos
después nos faltaran si no vivimos juntos

Tu, ¿que me ocultas tu?
si otro amor tuvieras dilo aqui
como cuesta confesarlo
pues te veo sonreir

No podras mentir
tu tenias la razón quizas
si de amor ya no se muere
algo en mi se morira

Si me dejas tu
nuestra historia tiene mal final
si de amor ya no se muere
algo en mi se morira

De amor ya no se muere
De amor ya no se muere
De amor ya no se mueres
De amor ya no se muere, no, no, no
De amor ya no se muere, no, no, no

Creo que aquí, como en otros cientos de miles de referencias culturales más que admitidas por todos, se encuentra el quid de la cuestión. Luchamos tontamente contra las consecuencias y aplaudimos diariamente las causas. Triste, querida Ana, triste...

Anónimo dijo...

Pones el dedo directamente en la llaga, querido mío. La canción que transcribes es incluso sutil. Creo recordar que había una de Malú en la que la muy lela pedía que le dieran estopa. Es cierto que culturalmente tenemos ya asumidos tantos clichés machistas que parecen normales. El "la maté porque era mía" es expresión de uso corriente que proviene de la música y el cine. Entramos ahí en varios temas a la vez: lo discutible de muchos de nuestros cánones "culturales", la necesidad de revisar el alcance de las libertades (pornografía, violencia de consumo, etc.)... Como ya he dicho en varias ocasiones, creo que nuestra sociedad está muy malita, y que cada vez enferma más. Mientras no se atajen los síntomas de la enfermedad, el cáncer será cada vez más grave e irreductible.
Un beso.

Isabel chiara dijo...

Totalmente de acuerdo Ana, la cosa va a peor porque de alguna manera se justifica el poder del hombre sobre la mujer.

Un saludo

Anónimo dijo...

De alguna manera... o de todas las posibles.
Gracias por tu visita, Ichiara.

Sir John More dijo...

Apostillaría al comentario de Ichiara con que cada vez se justifica más el poder de unos sobre otros. Ningún poder de nadie sobre nadie tiene justificación alguna. Sí la tiene la autoridad que da el conocimiento, pero la autoridad no violenta, el poder sí. En tanto en cuanto rechacemos todo poder de cualquiera sobre cualquiera y eduquemos a nuestros niños y jóvenes en ese rechazo, el grave problema del maltrato y la discriminación a la mujer mejorará sensiblemente.

Por otro lado, Ana, Cioran hablaba de la decadencia de las civilizaciones, y decía que nuestra civilización ilustrada se encontraba en ese momento. ¿Acertará el amigo rumano, como en tantas otras cosas? Besos.

Anónimo dijo...

Variar los patrones de educación... Bella utopía, mi querido Sir. Sabrás que los procesos de mentalidad son los que históricamente más tardan en modificarse, mucho más que los políticos -por supuesto- o que los económicos.
La decadencia de Occidente es un tópos que acuñó Spengler, pero que está en vigor desde la gran caída por antonomasia, la del Imperio Romano. Panofsky habló de los meandros de las civilizaciones, de sus crestas y vaguadas; según él, la vaguada (yo diría pozo sin fondo) que padecemos en la actualidad debería generar próximamente un nuevo renacimiento. Sin embargo, al respecto soy tan "amarga" como Cioran.
Un beso.

Anónimo dijo...

Qué complicado es este tema.

Muchas mujeres nos preguntamos ¿pero cómo pueden aguantar? ¿por qué dejan que las cosas lleguen hasta ese punto? Pero claro, desde fuera se ve muy fácil, lo jodido es cuando tienes a tu lado a un hombre que quieres y que él te quiere con tanta locura que hasta es capaz de matarte.

Para mí encontrarte con este tipo de malas bestias es como una maldición, una broma macabra de lo que es el amor.

Películas como "Sólo mía" o "Te doy mis ojos" nos acercan a un problema que ya de por sí está en nuestros descansillos. Sentimos miedo por ellas y por nosotros porque a veces uno/a acaba muerto por ayudar en este tipo de casos.

Todos los días desayuno viendo las noticias y no hay bocado que se me atragante, y es que hay cosas a las que una no se acostumbra...

Anónimo dijo...

Desgraciadamente, es un problema muy complejo en el que es precisa la implicación, el compromiso. Mientras no exista auténtica conciencia de que se trata de una lacra abominable, y lo veamos simplemente como "el tostón que de nuevo nos dan" en el telediario de la noche, poco lograremos.
Cuando hablo de terrorismo doméstico, lo he hecho con toda la intención. La única diferencia que existe, en materia de cadáveres, entre el terrorismo político y el doméstico es que el primero es públicamente rentable y el segundo no; por eso no se toman las medidas adecuadas.
Un abrazo, Miss. Me alegra verte por aquí.

NUNCIO TAMALLANGOS dijo...

Miss underground dice "[...] y que él te quiere con tanta locura que hasta es capaz de matarte". Yo, sinceramente, no se si a un sentimiento que puede llevar a la violencia es lícito llamarlo amor. Más bien creo que es posesión. Ana lo ha dicho bien, cuando ha recordado la expresión "la maté porque era mía". En mi opinión se trata de eso, de poseer al otro. El que pega no ama.

Es curioso, Ana, que tus tres últimas entradas en Los panes y Los peces se me antojan como diferentes lados de un mismo polígono. Terriblemente, parece que la sociedad actual se está habituando a las noticias de violencia, sección tan indispensable ahora en los noticiarios como la predicción del tiempo. Me preocupa, y no quiero ahora caer en la fácil tentación de matar al mensajero, intuir una falta de responsabilidad en los medios de comunicación, que parecen no darse cuenta que dar minutos de gloria a descerebrados no ayuda a combatir el problema, sino que lo puede empeorar. Y con esto no digo, en absoluto, que no se deba informar; pero de ahí a hacer un espectáculo de la violencia, hay un trecho que no se debe recorrer.

Sir John More da en el clavo acierta cuando habla de la educación de los jovenes como la solución a estos problemas. Eso todavía lo empeora todo: en estos momentos el sistema educativo tiene muchos problemas que resolver y muy pocos visos de ser capaz de hacerlo.

Siento la tristeza. Me gustaría ser más optimista, pero se hace difícil.

Un abrazo, querida.

Anónimo dijo...

Mi querido Nuncio: Qué razón tienes cuando sostienes la relación entre los tres últimos textos aquí publicados. Es verdad que las tres denuncias son síntoma de un mismo problema, de una misma enfermedad. Yo apuntaba un nombre: deshumanización. Podemos darle ese u otro, pero lo cierto es que las cotas de violencia y carencia total de ética empiezan a dar que pensar -y que temer- en este nuestro entorno. La educación es la salvación, o una gran parte de ella, sí... pero ¿quién educa? Quiero decir: ¿quién está realmente en condiciones de hacerlo, hoy por hoy, y con la que está cayendo?
Abrazo desolado.

Filisteum dijo...

Cuando le pegan a uno entre tres, ¿es violencia de número?

Yo, sinceramente, veo muy mal todo esto. Todo lo que es. Loi que lo rodea. La distinción entre unas violencias y otras. Las incriminaciones a priori.

Todo.

Anónimo dijo...

La violencia siempre es de número: el número de los que caen.
Yo también lo veo todo mal. Difícil es verlo de otro modo. Es cierto que se distingue entre unas violencias y otras: contra algunas en particular no se hace absolutamente nada, como en el caso de la que nos ocupa. En este país hay muertos de primera con todo tipo de reconocimientos y ventajas, y muertos de cuarta a los que incluso después de muertos se les da por el mismísimo.
Incriminaciones a priori... lo dudo. En este país matar a alguien, y en particular a una mujer, es fácil y barato. La incriminación no llega nunca hasta que la víctima la ha diñado; y, según en qué casos, ni aún así.
Así estamos, ya ves.

Filisteum dijo...

En todas partes, en todo tiempo, el que tiene un cuchillo mata al que no lo tiene.

No está de moda decirlo, pero no veo que sean más impunes estas muertes de mujeres que todas las demás.

Que las de los peatones atropellados en las carreteras, que las de esos niños con ADN propio que no tienen ADN porque lo dice el código civil, que las de los viejos en algunas residencias.

No veo la diferencia: el que puede, mata al que no puede. Es viejo. Es eterno.

Un día, en privado, te cuento mi biografía y sabrás por qué creo que hay en los cementerios tantos envenenados como acuchilladas. Más o menos.

El mal no tiene sexo. El crimen no entiende de esas cosas. La barbarie no elige.

Anónimo dijo...

Javi: Que me compares a un peatón atropellado con el horror, muchas veces de años, que vive una mujer hasta que la bestia con la que vive se la carga, pues "como que no". En estos casos, además, hay una diferencia esencial: la muerte del peatón es una desgracia obvia; en algunas mujeres que vienen sufriendo maltrato durante años y años, la cosa es tan chunga que la muerte supone un descanso. Ya ves. Por eso se suicidan más de 300 al año, Javier, no porque hayan visto muchas películas.
Sólo estoy de acuerdo contigo en una cosa: que el que puede mata al que no puede. Por eso caen mujeres a mansalva. Precisamente.
También el que puede viola al que no puede. Por eso caen mujeres y niños a mansalva. Y por eso se les debe proteger especialmente. Por supuesto. Aunque ya sé que muchos piensan que asesinos y violadores tienen su corazoncito, y a lo mejor hasta lo hicieron porque les dieron motivo.
No ver nada de esto, Javi, es no querer verlo, sencillamente.

Rukaegos dijo...

Claro que se pueden ver algunas, más bien muchas, diferencias entre diferentes tipos de violencia.

Entre otras cosas porque la violencia, mejor las violencias, conforman un fenómeno complejo que no se puede afrontar de manera uniforme. Para poder educar, atajar, perseguir, condenar, prevenir, evitar y todos los verbos que queráis, es necesario saber cuál es la fuente de la que proceden.

Y cuando un conductor ebrio y desaforado atropella y mata a un peatón, estamos hablando de una sociedad irresponsable, una sociedad en la que como grupo y como individuos hemos hecho del placer personal el primer valor, en la que ni importan las consecuencias ni se asumen y por ello mientras sea estupendo y me ponga cachondo conducir borracho a doscientos por hora en sentido contrario, merece la pena.

La violencia inter pares, esa horrible de los patios de los colegios y los matones, se plantea como una lucha por el espacio adolescente, la búsqueda de reafirmación y de sentido a un mundo en el que tal vez lo tengamos / tengan todo, menos las cosas verdaderamente importantes. Y sé que estoy simplificando, pero no quiero hacerme eterno.

La violencia machista parte de una estructura patriarcal de la sociedad en la que la mujer ha sido objeto, propiedad, mula de carga, esclava sexual y florero art decó, todo a la vez. Y quienes generan unas estructuras violentas en su relación que no necesariamente llegan al asesinato pero sí suponen control emocional, control económico, aislamiento social, humillación, etcétera (rasgos todos que definen la situación de violencia machista antes de que se produzca la violencia física) están actualizando ese dominio clásico del hombre sobre la mujer.

Claro que es grave, aterrador. Claro que hay claves particulares y estructuras milenarias contra las que luchar.

El resultado tal vez sea igual: un muerto, otro muerto, otra muerte, muchas vidas rotas a su alrededor. Pero en común a las diferentes manifestaciones de la violencia sólo se me ocurre un principio: Ese egoísmo que nos convierte en único centro del universo y nos impide empatizar, respetar y valorar a nuestros prójimos. Pero desde esa premisa básica, o aterrizamos y analizamos, o esto no se va a parar.

El machismo mata.

Anónimo dijo...

Como siempre, mi querido Rukaegos, totalmente de acuerdo.
Detectar y delimitar la etiología de las violencias es lo que proporciona las claves acerca de cómo tratarlas. Porque, evidentemente, no todas nacen al calor del mismo fuego. Y por eso no es lo mismo matar a un peatón que matar a una mujer en el ámbito de la pareja o que matar a alguien -mujer u hombre- en un atraco en un cajero automático. Todas ellas son muertes deleznables, pero distintas. Y unos asesinatos son más aleves que otros.
El machismo mata, claro que mata, pero es incluso peor el sufrimiento y los destrozos emocionales que genera. La muerte es la guinda del pastel. Y mientras no asumamos eso, mal vamos.

Filisteum dijo...

No es pero matar a una mujer que a un vecino.

Lads distinciones y los matices son venenosos. Me niego a creer en muertos de primera y de segunda.

No es peor el marido quemata a su mujer, que la mujer que mata a su hijo.

No admito categorías en la barbarie.

Anónimo dijo...

Pues sí hay muertos de primera y de cuarta, Javi. Y prefiero no citar los casos, que no es políticamente correcto. Pero seguro que te los imaginas.
Y sí, sí hay distinciones en la barbarie. No es lo mismo morir de un tiro en la cabeza y de repente que agónicamente después de un proceso de tortura. No es lo mismo.

Antonio Torralba dijo...

La violencia machista (sexual) podría tener varias cuasas pero, fundamentalmente, es resultado de la incultura, de un deficiente cultivo (autocultivo, sobre todo) de los sentimientos. La persona que ha arado poco y de mala manera su espíritu confunde las pulsiones sexuales más básicas (que en muchas mujeres -no sólo las spankees, por supuesto- son de sumisión y en muchos hombres -no sólo los spankers- son de dominio) con el desenvolvimiento social normal y cotidiano. Y de ahí viene todo: el inexplicable aguante de algunas féminas y la inexplicable mala leche de algunos machotes. Observando a los más jóvenes se ve con claridad el mecanismo. A algunas niñas les atrae el macarrilla de la clase: es atrevido, descarado, mayor (el varón siempre tiene que ser más alto), dominante. Algunos homosexuales me han contando que también se sienten irresistiblemente atraídos por ese modelo sin modales. No me alargo, pero ahí están también la modas en el vestir...
Los roles se acaban (deben acabarse) cuando acaba la representación, o cuando comienza otra. Salvo que tengas una poquilla de tara mental. O salvo que afloren (y aquí está la que a mi juicio es la otra causa importante de la violencia sexual) en casos de convivencia forzada.

Anónimo dijo...

Querido Antonio: Mucha razón tienes en lo que dices, al menos para una sección concreta de los maltratadores: el perfil barriobajero, o sea. Pero luego está el macho de alto, incluso altísimo nivel cultural. Yo los he conocido. Y no sé cuál da más miedo, te lo aseguro. Esos son más adictos al maltrato psicológico, también a golpear como y donde no se ve (por ejemplo con unas naranjas metidas en una bolsa contra el estómago), que una denuncia por su status no se la pueden permitir. Son los encantadores en todas partes menos en casa, donde se transforman en monstruos. Son tan hábiles que a veces los jueces hasta les dan la razón y les quitan los hijos a sus madres en caso de que éstas se atrevan a llevarlos a los tribunales. Son los que le susurran a su esposa en la cama que mejor haría en suicidarse, dado lo poco que vale, y ella se lo piensa y hasta se lo cree y haata lo acaba haciendo. Repito que conozco algún caso y te pone los pelos de punta una maldad que no es ni humana.
Besos.

Antonio Torralba dijo...

Conozco también casos como el que cuentas. Creo que entran también dentro de mi descripción, que habla de incultura sentimental. Viví bastante de cerca un caso. En mi entorno familiar. Cuando hablaban mis allegados (la verdad, sobre todo, mis allegadas) de "encantadores fuera de casa" (expresión que tú utilizas en tu mensaje), yo me escandalizaba y me reafirmaba en mi planteamiento: ¿cómo les puede resultar encantador un tipo así? Respuesta: porque les pone. Es una cuestión de dosis, como en la homeopatía.

Anónimo dijo...

Cuidado: quiero clarificar que cuando digo "encantadores fuera de casa" me refiero a lo que aparentan ser fuera de su ámbito privado. Y ese calificativo se lo otorgan ellas y ellos. No me refiero al "tío malo" que a algunas lelas les da morbo. Me refiero al tío que tiene un buen trabajo y es respetado y respetable por ello, que siempre sonríe a todo el mundo, que es exquisito con las mujeres en la calle y camarada con los hombres, que siempre parece dispuesto a hacer un favor. Ese es el animal. Y claro, luego nadie se cree que de puertas adentro pase lo que pasa.

Antonio Torralba dijo...

Pues sí. Tienes razón. Aunque yo también me refería a ese tío que tiene un buen trabajo y es respetable y respetado por ello. ¿Cómo te das cuenta de que es un maltratador? Fíjate en tres cosas y lo sabrás.

Anónimo dijo...

¿Tres?

Rukaegos dijo...

Un pequeño apunte para Javier: La mujer que mata a su hijo siempre ha estado tratada por el Derecho Penal con gravedad cualificada, a través de la figura del parricidio o del infanticidio, según los casos.
Y esa gravedad cualificada se basa en la indefensión de la víctima, como ocurre con parte de las agravantes que transforman un homicidio en un asesinato (nocturnidad, alevosía, descampado).
Cuando ahora se habla de la violencia de género, estamos hablando de una violencia cualificada por sus especiales características, unos datos que generan una mayor indefensión de la víctima.
Pero conste, tal vez en las evaluaciones morales no tanto, pero desde luego en las jurídicas, siempre ha habido muertes más graves que otras. Y personalmente estoy de acuerdo.

Anónimo dijo...

Gracias por tu muy interesante precisión, mi querido Rukaegos.

Antonio Torralba dijo...

No quiero frivolizar con este tema. Y releyendo mi último mensaje parece que, involuntariamente claro, jugaba a las adivinanzas. Me refería a que yo he observado en los casos que he conocido (uno grave y algunos más menos graves) que se dan algunas características comunes en los sujetos maltratadores relativamente fáciles de detectar. En algunos casos son tan fáciles de detectar que hasta las futuras víctimas se dan cuenta. Hacen la vista gorda. Y es que también se dan algunas características comunes en las víctimas que yo he conocido... Pero me referiré a las que he observado en los maltratadores: 1.- no suelen tener ningun amigo íntimo, 2.- nunca muestran fragilidad o inseguridad, aunque sobre todo evitan las situaciones en las que eso podría evidenciarse (de ahí la 1)y 3.- necesitan como una droga que les alaben la peana.