Doctores y asesinos, 17.03.08

Me hallaba yo dispuesta a escribir un comentario chusco sobre esta maratón que, en torno al personaje del Dr. House, ha tenido lugar en la FNAC de Sevilla hace unos días; una maratón de la que ha resultado vencedor un gaditano, Nicolás Ballesteros, entre miles de aspirantes de toda España a llevarse el goloso premio: un viaje a Los Ángeles. El asunto no fue moco de pavo (y no me refiero al irlandés eurovisivo): los finalistas del asunto permanecieron encerrados durante más de dos días sin dormir ni hablar con nadie, tragándose impertérritos setenta capítulos de la serie plagados de punciones lumbares, enfermedades tropicales, esclerosis tuberosas y demás galanterías propias del Hospital Princeton-Plainsboro, sin contar con las cortantes respuestas concentradas de House. Una admite abiertamente que la serie de marras le gusta, pero creo que compensa pagar los 600 euros que cuesta el billete a L.A. y no pasar por tal tortura. Ya sólo cabe esperar que Ballesteros no se ponga malito en las Américas y tenga que acudir allí al amigo Laurie.
El caso es, decía, que me hallaba dispuesta a escribir sobre estas cosillas amenas, cuando el humor se me cortó de cuajo: me entero de que ese mismo día han sido dos, no una sino dos, las mujeres que han muerto a manos de sus parejas, en esa escalada brutal y abominable que se ha dado en llamar “violencia de género”, y que yo más bien tildaría de “terrorismo doméstico”. Escucho esto con dolor e indignación –porque estas muertes también deberían dolernos e indignarnos– al tiempo que leo en la prensa que 160 casos de maltrato se encuentran detenidos en los tribunales porque unos cuantos jueces han presentado un porrón de cuestiones de inconstitucionalidad contra la LVG; inconstitucionalidad que en otros casos y a diario se pasan estos señores por el arco de triunfo. Probablemente se trate de los mismos jueces que dictaminan que una víctima viva por fuerza en el mismo domicilio del maltratador, que dejan a las víctimas sometidas al terror sin protección alguna, que estiman que una mujer puede ser violada si lleva minifalda. Malo es velar por asesinos. Mejor no pensar qué pueden hacer algunos de estos jueces cuando cruzan el umbral de sus casas.

6 comentarios:

C.C.Buxter dijo...

Joer Ana, menuda diatriba contra el estamento judicial... aunque bueno, peor fue ganarse la enemistad de las hordas de seguidores de la nueva religión de Harry Potter.

La verdad es que no creo que sea un problema judicial, al menos en su mayor parte. El problema es, más bien, de quienes creyeron que por aprobar una ley los asesinos iban a dejar de asesinar, cuando la ley penal es, por definición, más represiva que preventiva del delito. Por si esto fuera poco, menos ayudó que la ley en cuestión estuviese tan rematadamente mal hecha en algunos de sus aspectos que sólo un milagro (o la presión política y mediática) podrá evitar que sea declarada en parte inconstitucional: so pretexto de combatir la violencia de género no se puede castigar un mismo hecho con distinta pena según lo cometa un hombre o una mujer, igual que para acabar con el racismo no se puede castigar más a los blancos que a los negros. Además, la definición que da de la violencia de género está muy bien para un manual de sociología, pero no para una ley penal.

Aún con todo, los procesos suspendidos representan una gota de agua en mitad del océano: ahí está la base de jurisprudencia del CGPJ para atestiguarlo. Igualmente, ya no hay sentencias en donde se saque a relucir lo de "ella le provocó" ni nada por el estilo, y si las hubiera, serían inmediatamente revocadas. Aún persiste la idea de que los órganos judiciales están ocupados por señores decrépitos y carcas, que ven a una mujer con falda por las rodillas y se santiguan, cuando lo cierto es que desde hace ya muchos años son más mujeres que hombres las que salen de la Escuela Judicial. Fue precisamente la juez decana de Barcelona quien, hace un par de años, denunció públicamente que había despachos de abogados que abusaban fraudulentamente de las denuncias de malos tratos para obtener una posición ventajosa en los procesos de divorcio.

Todo lo dicho anteriormente no obsta, claro está, a que siempre haya cosas que no funcionen bien y puedan ser mejoradas.

Respecto a lo de "House", mi médico favorito, se está convirtiendo en moda eso de hacer maratones de visionado de series; hace poco tuve noticia de que se hizo una (no sé si de 72 horas) de la serie "Perdidos", que tiene más giros argumentales que curvas hay en un circuito de Fórmula 1...

Anónimo dijo...

Queridísimo: Me ando con pies de plomo, que estoy ante un experto... :-)
Estoy básicamente de acuerdo en todo cuanto dices. Cierto es que ninguna ley, por desgracia, por el mero hecho de existir, disuade al delincuente de delinquir. También es cierto que una ley mal hecha deja cantidad de flecos sueltos que, indefectiblemente, son aprovechados por el delincuente para perseverar en el error. Pero hay otra cosa importante: y es que desde la aparición de esta ley -que, repito, estoy de acuerdo en que es sumamente imperfecta- han sido muchas las protestas que se han elevado en su contra. ¿Por qué será?
Si admitimos que no podemos castigar de manera distinta un mismo hecho dependiendo de quien lo cometa, ¿por qué castigamos mucho más un asesinato cometido por un terrorista que un asesinato "normal"? ¿Por qué se piensa que recibir un rápido disparo en la nuca es mejor que la suerte que ha corrido esa muchacha que acaba de aparecer en Murcia, violada, mutilada, desfigurada y carbonizada? ¿Por qué los damnificados de un atentado terrorista gozan de inaceptables prebendas que no gozan los hijos o viudas de un pobre desgraciado al que un animal liquida en un atraco? ¿Por qué se estima que unos son más víctimas que otros? Dejo bien clarito aquí que no defiendo la impunidad de los terroristas, sino la misma dureza en la aplicación de penas por asesinato para todos. ¿Por qué no se piensa que el asesinato a mansalva de mujeres por sus maridos o parejas no es terrorismo (y las cifras son escalofriantes)? Empieza a estar uno cansado de tanta manipulación mediática, de que nos digan quiénes son los buenos y quiénes los malos, por razones que sólo interesan al Estado.
En cuanto a que cada vez un mayor número de mujeres ocupen el estamento judicial, me consta. Sí, también me consta que son las autoras de algunas de las sentencias más grotescas de los últimos años; qué se le va a hacer...
Así que veamos House, que por lo menos nos reiremos un rato...
Besos grandes.

C.C.Buxter dijo...

¿Experto? Por desgracia para mí, ni siquiera se me puede acusar de corporativismo. Al menos por ahora :-)

Anónimo dijo...

Eres aún muy joven para padecer semejante lacra (me refiero al corporativismo) :-)
Besos.

Morgenrot dijo...

Me quedo como el Rey Pasmado, pero en mi caso, pasmada.
Que la sociedad está enferma, no lo dudo, pero que muy enferma.
No sé cómo todavía conservo la capacidad de sorprenderme, pero la TONTERÍA organizada en Sevilla...tiene tomate.

Y la juventud drogándose, los mayores "vayan días y vengan ollas", los políticos asentándose en sus puestos, la justicia de huelga, los "chorizos" haciendo el agosto etc etc . Lo dicho, pasmada.

Anónimo dijo...

Y lo que nos queda, querida...