“Islas” es el título de la última exposición de Guillermo Pérez Villalta. El artista gaditano se ha acercado a la ciudad de Santander a presentar una colección de acuarelas alumbradas entre 2006 y 2007. La muestra se exhibe en la Galería Siboney, espacio habitual de eventos como la Feria Internacional de Arte Contemporáneo ARCO. Otros artistas pertenecientes al entorno de esta galería han expuesto ya en Cádiz; recuerdo, por ejemplo, la delicada exposición que Emilio González Saiz mantuvo en la Sala Rivadavia hace escasamente dos años.
No es la primera vez que Pérez Villalta visita Santander: ya en 1999 realizó una importante exposición en la Fundación Botín, y posteriormente impartió un taller en el palacete de Villa Iris, una de las sedes de la Fundación santanderina. En la Galería Siboney se ha decantado Villalta por un soporte diferente y recoleto, que entra un tanto en liza con los grandes óleos de marcado carácter narrativo y mitológico a que nos tiene acostumbrados: la acuarela es por fuerza más íntima, más silenciosa, más próxima al espectador, y el artista lo ha subrayado precisamente con ese motivo alegórico a que alude en su título; islas que no son sino fabulaciones arquitectónicas del intelecto y del sentimiento que acogen estados de ánimo distintos, oscilantes entre la melancolía, el juego, el naufragio, la escapada. Es preciso echarse al mar y dejarse arrastrar entre los despuntes de semejante archipiélago, que se alimentan de juegos de perspectivas y fugas, ficciones estructurales, ensoñaciones orientales, fantásticos delirios románticos, evocaciones arquitectónicas que van desde lo clásico a lo más contemporáneo.
Liviano barroquismo, lúdica reflexión, densa transparencia, son algunos de los oxímoros a los que Pérez Villalta se entrega en su nueva aventura, provisto de cromatismos delicados, mares traslúcidos, aéreas construcciones que recuerdan vagamente aquel frágil universo cuyo equilibrio supo apresar Calder. Y todo impregnado de esa leve poesía de antiguo manuscrito descubierto, falsificado incluso, como aquellas entelequias que alumbraban soñadores arqueólogos frustrados en el siglo XIX. Islas de papel. O no tan sólo.
No es la primera vez que Pérez Villalta visita Santander: ya en 1999 realizó una importante exposición en la Fundación Botín, y posteriormente impartió un taller en el palacete de Villa Iris, una de las sedes de la Fundación santanderina. En la Galería Siboney se ha decantado Villalta por un soporte diferente y recoleto, que entra un tanto en liza con los grandes óleos de marcado carácter narrativo y mitológico a que nos tiene acostumbrados: la acuarela es por fuerza más íntima, más silenciosa, más próxima al espectador, y el artista lo ha subrayado precisamente con ese motivo alegórico a que alude en su título; islas que no son sino fabulaciones arquitectónicas del intelecto y del sentimiento que acogen estados de ánimo distintos, oscilantes entre la melancolía, el juego, el naufragio, la escapada. Es preciso echarse al mar y dejarse arrastrar entre los despuntes de semejante archipiélago, que se alimentan de juegos de perspectivas y fugas, ficciones estructurales, ensoñaciones orientales, fantásticos delirios románticos, evocaciones arquitectónicas que van desde lo clásico a lo más contemporáneo.
Liviano barroquismo, lúdica reflexión, densa transparencia, son algunos de los oxímoros a los que Pérez Villalta se entrega en su nueva aventura, provisto de cromatismos delicados, mares traslúcidos, aéreas construcciones que recuerdan vagamente aquel frágil universo cuyo equilibrio supo apresar Calder. Y todo impregnado de esa leve poesía de antiguo manuscrito descubierto, falsificado incluso, como aquellas entelequias que alumbraban soñadores arqueólogos frustrados en el siglo XIX. Islas de papel. O no tan sólo.
3 comentarios:
Me encanta la obra de Pérez Villalta: modesta, sugerente, bella. Esos tres adjetivos cuadran a una obrilla que dejó por aquí (Córdoba) hace poco: la puerta de acceso interior a la recientemente restaurada Puerta del Puente.
Siempre es sorprendente ver una exposición de Guillermo Pérez Villalta y su enorme capacidad de sugerir y sorprender, producto de su propia indagación, de su proceso creativo.
Te vi el sábado en el Palacio de Festivales en uno de los descansos, pero cuando quise acercarme a saludarte ya no estabas donde te había visto.
Querido escéptico: Yo también te vi, pero ya dentro de la sala, y estabas en el extremo opuesto, en los pares. Te hice una señal, pero no me viste. Un abrazo.
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