¿Candidez?, 09.12.07

Lo que tenía que pasar ha pasado: los del PISA nos han “pisao” el callo y nos han dejado a la altura del betún; según parece, los infantes andaluces en torno a los 15 años son los más torpes de España en el ámbito académico, o al menos los más torpes de entre las diez comunidades que se han sometido al examen de grado en estulticia educativa; no contentos con la medallita, se han posicionado incluso por detrás de los alumnos turcos. Bravo.
A quien semejante estadística le asombre será porque su reino no es de este mundo. Llevamos trabajándonos el título durante varios años –un par de décadas, por ser más precisos– ante la alarmante indiferencia de padres apátridas, pedabobos y politicastros. De los indocentes no hablo, que ya tienen lo suyo con ver crecer cada día la cosecha. La autoridad del profesor se ha volatilizado, el incentivo al esfuerzo no existe y los alumnos pueden pasar curso con el morral cargado de suspensos. Estos males, propios del común de los alumnos hispánicos, se acentúan en Andalucía, donde se persiguen las enseñanzas humanísticas con ensañamiento criminal. La última defenestración, como sabemos, atañe a la música: una asignatura que en sí misma prácticamente no existía ha sido barrida de la ESO por Asturias… y Andalucía.
La Consejera de Educación, Cándida Martínez –quizá rindiendo honor a su nombre de pila– atribuye la catástrofe “al retraso histórico de la comunidad autónoma”. ¿A qué retraso se refiere? El PSOE ya lleva 25 años en el ruedo político andaluz, tiempo que no ha resultado suficiente para paliar el retraso jurásico pero sí para atontar a los chicos a base de bien. A no ser que doña Cándida esté pensando en el retraso intelectual derivado de la implantación socialista de la LOGSE (y que el PP no ha enderezado en sus dos legislaturas, dicho sea de paso), allá por las mismas fechas. Asegura doña Cándida que será necesario que pasen –o sea, que la diñen, pero dicho finamente– “algunas generaciones” (¿cuántas, Dios mío?) para subir el “listón” –palabrita como anillo al dedo–. Cuán largo me lo fiáis.
Semejantes declaraciones subrayan el penoso nivel en que nos encontramos en lo académico… y en lo político. Aunque prefiero no dilucidar si se trata de candidez, ¿o de perversidad, tal vez?

25 comentarios:

Miss Underground dijo...

Yo, inocente de mí, llevo 1 mes dando clase a adolescentes y es hinpresionante (sí, así escriben). No leen, no saben escribir, no quieren aprender y no tienen capacidad de comprensión. No saben tomar apuntes, no tienen un vocabulario mínimo... A esto hay que sumar que no tienen ni un mínimo de respeto hacia el profesor y que parece que se la sopla todo lo que no aparezca en el GOOgle o en el omnipresente YOUTUBE. ¿Y luego nos llevamos las manos a la cabeza cuando salen estos informes?

Yo tuve una profesora de lengua en plan nazi y nunca la estaré lo suficientemente agradecida. Si ahora hay un profesor exigente se le machaca porque, claro, hay que atender las diferencias entre alumnos e intentar que no abandonen y todas esas cosas... ¿Será que en este país tenemos tan mimados a los adolescentes que estamos criando a verdaderos gilipollas? ¿Cuál es la verdadera función del profesor sea cual sea su asignatura? ¿Y la de los padres? ¿Hay alguna solución? No sé si quiero que alguien me conteste porque de sólo pensarlo se me ponen los pelos de punta...

Anónimo dijo...

Poco puedo contestar a lo que dices, porque lo dices muy bien. Yo hubiera sido bastante más dura en mi propio texto, pero hay que tener cuidadito, que en nuestra santa democracia las verdades escuecen y se les busca un cabeza de turco rápidamente.
Eso de que estamos criando gilipollas... pues sí. Por supuesto. Sólo hay que echar un vistazo a las aulas, a lo que hay frente a lo que había, hace no tantos años. En quince años nos hemos currado lo que tenemos hoy. Pero nadie tiene la culpa. Todos se echan la parte afuera, se pasan la pelota en nombre de las sacrosantas libertades. A los niños no se les pega, a los niños no se les grita, a los niños no se les suspende, a los niños no se les dice no. Todo eso les traumatizaría. Lógicamente, cuando tienen diecisiete años no están traumatizados, pero son unos analfabetos psicópatas que como te descuides te degüellan (eso sí, degollar lo escriben con y). ¿Cabe acaso esperar otra cosa?
Un abrazo, Miss.

Anónimo dijo...

cabe esperar que lean el rojo y negro de Estendal (si saben su nombre tampoco hay que pedirles que lo escriban correctamente) para que sepan apreciar el de chanel.

Anónimo dijo...

Pues sí es verdad que sabiendo de una cosa puedes llegar a apreciar la otra. Tratándose de Stendhal... o de Boris Vian. Por ejemplo :-)
Abrazo.

Antonio Torralba dijo...

Sé el riesgo que corro matizando, pero lo intentaré.La enseñanza en España está muy mal porque las administraciones no han sabido gestionar con eficacia la masiva incorporación de la población a la educación. Lo han hecho con torpeza, falta de generosidad y demagogia. Ahora bien, los sistemas educativos anteriores y sus realizaciones no eran como para ser añorados. Se cantan, no obstante, sus alabanzas y eso me saca de quicio. Aquello funcionaba porque el alumnado estaba supercribado.Eran pocos y parecidos, como hoy en muchos centros privados. Hace treinta años había dos institutos en Córdoba y ahora hay más de treinta. Y con la brusca bajada de natalidad.Ni siquiera en mi época (en los tiempos de los primeros BUP) iba al instituto el personal que ahora va. Ni en cantidad (esto no admite discusión) ni en variedad. Con los alumnos buenos de cada uno de esos treinta y tantos ies de ahora podríamos llenar tres institutos de todos sobresalientes de los de antes. En fin, clarificando mi matiz: no idealicemos la ortografía del antiguo bachillerato (de esto tengo pruebas intersantes), ni el nivel de conocimientos, ni la calidad del profesorado... ni digamos que se leía más porque nosotros y nuestros amigos leían... Hacer eso es consustancial a la vejez, pero creo que es más enriquecedor pensarlo con matices.No justificaciones, MATICES.

Rukaegos dijo...

Además de todas la cosas que has, inteligente y sagazmente, escrito (comme d'habitude)te falta una que para mí se encuentra en el meollo de la cuestión y es la escasez de recursos que se dedican a Educación en España. El PISA confirma que en nuestro solar asolado a menos gasto educativo, más fracaso escolar. Pero sobre todo nos da la clave del éxito de Finlandia y otros en el reducido número de alumnos por aula, la inversión en reciclaje del profesorado (años sabáticos, incentivos salariales por resultados, etcétera) y en la valoración social del docente.
Mientras para nuestra sociedad ser profesor sea equivalente de ser inútil ("pasas más hambre que un maestro de escuela") y padres y políticos semianalfabetos se atrevan a discutir los criterios del Catedrático de Física o Lengua y Literatura, mal andamos y peor andaremos.
Creo que también pagamos la falta del necesario acuerdo sobre educación entre nuestros politicoides. Si cada sistema nace con un 50% del país en contra y por tanto un 50% de los responsables que se empeñan en pervertirlo y/o no aplicarlo (léase por ejemplo LOGSE) poco podrmos hacer. Y si además tenemos que incorporar a esos acuerdos a la Santa Madre, Dios nos coja confesados.
Por cierto, y para terminar, en cuanto a la Música. Por aquí, las necedades patrias parecen no haber caído en una curiosa coincidiencia: la mayoría de los países europeos bien situados en el PISA se encuentran entre los que más instrumentos musicales por hogar poseen (supongo que no con funciones meramente decorativas). Pues eso.

Besucos.

NUNCIO TAMALLANGOS dijo...

Pues la cosa no pinta nada bien en el futuro, creo. Hemos pasado de "la letra con sangre entra" a "no hace falta que entre nada"; así de huecas están las cabezas de los estudiantes actuales.

Se pueden decir muchas cosas del estado actual de la enseñanza, pero encontré un libro, "Panfleto Antipedagógico" de Ricardo Moreno Castillo, que lo explica de maravilla. Os lo recomiendo. El autor tiene también una web http://www.antipedagogico.com/, en la que trata temas relacionados.

Es una lástima que los pedagogos de moda (y Ana, me ha encantado lo de pedabobos), no quieran darse cuenta de que los niños de antes de la logse no estamos tan traumatizados como quieren hacer creer y, además, acabábamos sabiendo cuatro cositas elementales. Y más lástima es que, no quieran reconocer el error y sigamos echando a perder generaciones de críos.

Anónimo dijo...

Mi muy querido Antonio:
En primer lugar, de riesgo nada. Los matices por aquí son siempre bienvenidos. Dicho esto, ahora es cuando saco el hacha ;))
Yo no voy a defender que la Ley Moyano fuera la mejor de las posibles. Para empezar, nada hay que sea inmejorable, y además la Ley Moyano tiene tantos años a las espaldas que es evidente que hacía le falta algún “retoquillo”, si me permites la ironía.
Ahora bien, yo, Antonio, tengo 36 años, que creo que son suficientes para ver las cosas con perspectiva y al tiempo para no considerarme un ejemplar del pleistoceno. Yo soy de la generación del baby-boom, con lo que en mis tiempos había chicos a patadas en los institutos, más que ahora. En mi tiempo era ya obligatoria la escolaridad obligatoria no hasta los 14, sino hasta los 16. En las aulas a las que yo asistí no se hacía ningún tipo de criba; yo era de las de sobresaliente –lo siento ;)))- y en mi clase había otra como yo y otros cuatro o cinco chicos de notable. El resto eran de aprobadillo raspado o bien… ¡repetidores!, ese extraño espécimen que ahora no existe. Tuve la dicha –aunque suene cursi– de estudiar latín y griego desde los 15 hasta los 18 años, opción de la que los alumnos de LOGSE carecen; música, desafortunadamente, se impartía tan sólo un año. Por supuesto, los alumnos medianamente brillantes eran los que salían con una buena formación. Los que no daban golpe poco podían saber. Pero te garantizo, Antonio, que la gente que sabía algo sabía mucho más que la que ahora sabe algo, e incluso la gente que sabía poco sabía más que la mayoría de los de ahora, que no saben absolutamente nada. Yo recuerdo mi curso de COU, y trabajé como una salvaje. Tanto, que durante los dos primeros años de mis dos carreras casi viví de las rentas. En aquel COU, Antonio, se estudiaba y se aprendía. El profesorado, por supuesto, era irregular: unos eran mejores que otros, alguno era incluso malo, pero la mayoría eran buenos o muy buenos.
Sólo hay que echar un vistazo a los libros de texto de entonces y a los de ahora para ver la diferencia, Antonio. Tengo amigos profesores que llevan en la enseñanza décadas, y que se asustan de lo que les cae ahora entre las manos. Antes todos sabíamos un poco de geografía, un poco de matemáticas, un poco de historia, un poco de literatura. Ahora no saben ni por dónde se empieza a restar: un profe me comentó que un alumno le preguntó, ¡con 14 años!, si se empezaba la resta por la izquierda o por la derecha. Yo en la facultad tuve que aclarar a un alumno mío que la primera guerra mundial empezó allá por 1914.
Y si quieres hablamos también del ambiente en los centros de enseñanza. Recuerdo que cuando terminé el bachillerato, pasaba todos los años algún día por mi instituto para saludar a algunos profes con los que me llevaba bien. Llegó un tiempo en que por desidia dejé de hacerlo. Así fue hasta que un año regresé… y me asusté. El ambiente era carcelario –no exagero- y la gente zafia y sin respeto. Me insultaron en un pasillo, sin venir a cuento, y todos fumaban y juraban como carreteros. Por no hablar de la violencia, que en mis tiempos no se veía ni en el mapa. No, Antonio, las cosas no son mejores que antaño, aunque antaño no fueran excelsas. Me temo que son bastante peores.
Un abrazo fuerte.

NUNCIO TAMALLANGOS dijo...

Si me permites una última cosa, después de haber leído tu respuesta a Antonio, y para ilustrar el excelente nivel educativo de los alumnos que llegan ahora a la universidad, en la facultad donde yo estudié (no hace tantos años, tengo treinta y dos), ahora han tenido que instaurar un año 0, para que los alumnos alcancen el nivel necesario de matemáticas o física, que les permita recibir las enseñanzas que se imparten en primer curso.

En fín, para llorar.

Anónimo dijo...

Mi preciado Rukaegos:
Comme d’habitude, vienes a aportar aspectos interesantes al debate. Supongo que hay muchos elementos que me he dejado en el tintero, básicamente en aras de la forzada brevedad –llamada 1900 caracteres- que me imponen en la composición de textos.
Claro que la inversión en educación es fundamental a la hora de obtener resultados. Lo que apuntas de que el profesor en España es un mero ganapán… pues es triste, pero absolutamente cierto. Sueldos miserables, nula consideración social… un suicidio.
En cuanto a la saturación en las aulas, muchas veces es sangrante, aunque también es verdad que cuando nosotros estudiábamos había un montón de chavales en las clases y nos las arreglábamos echándole codos. Y respecto a la falta de formación musical y literaria en un país, en efecto, está en relación directamente proporcional con su estulticia generalizada. Las letras y la música desbastan el espíritu; por eso tal vez en los últimos años los chicos estén tan salvajes que da miedo. Aquí nadie sabe tocar un instrumento o leer una partitura, siquiera someramente, algo que me parece de capital importancia en la formación de una persona. Es más, los alumnos que asisten a conservatorios muchas veces se quejan de que existe una incompatibilidad entre los estudios musicales y los ordinarios, en el sentido de que algunos exámenes se solapan, aun con conocimiento de los profesores, para forzar al alumnado a que se decante por una opción en exclusiva. Parece que lo de la formación integral aquí no se lleva… Así nos va.
No voy a hablar tampoco de nuestra incompetencia lingüística, que tan penosa es que me sonrojo. Los alumnos de cualquier país europeo hablan con solvencia al menos dos lenguas; aquí, el español a duras penas. Y no sigo que me pongo de mal humor.
Padres y políticos semianalfabetos… otro callo en el pie que cada vez se hace más difícil de resistir. Los padres de ahora están tan ocupados con sus cosas que sólo quieren que todo vaya sobre ruedas, ergo nada de admitir que el chico está haciendo el cafre en los estudios. La clase política española, cada vez más degradada e ignorante, mira para otro lado en un problema que piensa que no le va a salpicar, porque sus hijos sí que acuden a prestigiosos colegios en el extranjero o a centros españoles de lujo: un modo de volver al elitismo educativo en plena democracia y a la vista de todos, con una demagogia y una perversidad que asusta. Al menos hace 100 años se sabía que sólo estudiaba el hijo del señorito y algún desgraciado que sacaba muy buenas notas; sí, era una terrible injusticia, ya lo sé. Ahora sólo estudian en condiciones los hijos de la gente con dinero, aunque parece que estudian todos: el sistema es decididamente más perverso. En Estados Unidos esto se lleva a ultranza: ya sabemos que los cachorros políticos y de los altos negocios salen exclusivamente de Harvard o Princeton, y nosotros vamos camino de lo mismo a pasos agigantados. Democrático, sí. Da gusto verlo.
Un beso desolado. Y gracias por tu visita siempre enriquecedora.

Jorgewic dijo...

Muy bueno lo de la consejera andaluza, que no lo había leído. Pero sí que tiene razón, la buena mujer, la culpa es de Indíbil y Mandonio, que eran unos fachas de tomo y lomo, y mira la herencia que le han dejado a los pobres y esforzados socialistas andaluces, tch,tch,tch... Esas "generaciones que tienen que pasar", más que morirse tendrían que transfigurarse en alemanes o suecos, y claro, ese tipo de milagros no están al alcance de Carlos Marx, y mira que a doña Cándida le gustaría, eh. Como puedes ver, cumple el perfil de Consejera de Educación a la perfección.
Lo más gracioso y trágico es que esto es sólo el principio..., verás tú los resultados de la proxima batida estadística dentro de tres años, para entonces hasta los de Borneo y los angoleños nos van a pasar por encima.
Reconozco que es triste decirlo, pero este tipo de cuestiones a mí ya me la refanfinfla, que se busque la vida cada padre con sus hijos, y a los de los demás que les den morcilla, hija. Lo que sí me jode es que nadie me explique qué cojones han hecho entonces con el dinero de mis impuestos, porque a la vista de este tipo de informes digo yo que algún ministro o alguna consejera debería de haber dimitido, ¿no?
Besos

Anónimo dijo...

Mi queridísimo Nuncio:
No puedo sino subrayar y compartir tus comentarios. La de los pedabobos, en efecto, es otra de las plagas bíblicas que nos ha caído en suerte en los últimos años. Cuando yo estudiaba había un psicólogo por allí, pero nadie le hacía caso; el tío cobraba y no molestaba. Por eso las cosas iban medianamente bien. Ahora, con tanto tacto y tanto cuidado y tanta injerencia, los chicos no saben ná de ná, pero como te descuides te acuchillan. Las nuevas formas de relación entre alumnos y profesores las determinan estos indigentes mentales, y de su esforzada labor brotan los frutos que ahora cosechamos: carencia de autoridad, desconocimiento de las formas más elementales de respeto y desprecio hacia los valores del trabajo y el esfuerzo, con la correspondiente sustitución por los del placer y la autoestima desmedidos. Esperanzador.
Ojalá fuera tan fácil acabar con los pedabobos como con la langosta. Un poco de zotal y a correr…
Beso, querido amigo.

C.C.Buxter dijo...

Mi opinión sobre este tema ya la has leído en mi blog: tenemos lo que nos merecemos. En una sociedad donde se repite impúdicamente eso de "¿y para qué me sirve saber quién fue Carlos III?", "¿y para qué me sirve saber multiplicar por mí mismo?", "¿y para qué me sirve leer un libro?", etc etc, no se puede pedir mucho más. Sin ir más lejos, la madre de un amigo del colegio, cuando acabamos octavo de EGB y teníamos que elegir si hacer BUP o FP, nos dijo sin sonrojo alguno: "No hagáis BUP, que eso sólo es para estudiar y aprender cosas".

Yo pertenezco a una generación intermedia en cuanto a planes escolares (un lío: hice 1º y 2º de BUP, y 1º y 2º de Bachillerato), y mi conclusión es que, para no salir mal parado, hacen falta dos cosas: que tengas la suerte de tener algún buen profesor (yo tuve varios muy buenos) y tener el suficiente interés como para buscarte la vida por ti mismo para llenar las lagunas de la educación oficial. Por ejemplo, yo soy un auténtico analfabeto en cuanto se refiere a música (un año aprendiendo lo que eran las corcheas y poco más) y a historia del arte (esta ni siquiera la hice), y lo poco que sé ha sido porque, a base de parches autodidactas, voy remediándolo.

Ya para acabar, decir que, personalmente, me da bastante vergüenza ver cómo personas de mi edad, que han tenido las mismas posibilidades (si no más) que yo, no muestran el más mínimo interés por la "cultura". Personas que no han leído un solo libro desde que acabaron los estudios, o que escriben con más faltas de ortografía ahora que cuando iban a la EGB. No diré más que el otro día, jugando al Trivial, alguien dijo que Maquiavelo escribió "El príncipe" en el siglo... II d. C.


PD: Lo de "pedabobos" fue un hallazgo en su momento, pero lo de "indocentes" me ha matado. Espero ansioso el siguiente...

Anónimo dijo...

Jajaja... lo de El Príncipe es buenísimo. Pero yo tengo otra mejor. En uno de estos ejercicios en que hay que hacer parejas entre dos columnas (era en una clase de idiomas), una de las pupilas ciegas allí presentes ligó Gutenberg con la toma de Cartago... Para que veas lo que se puede hacer con la imprenta. Por eso nuestros políticos no quieren que leamos.
En cuanto a mis palabros... prometo seguir en el laboratorio, inventando. A mandar :-))
Beso grande.

Rukaegos dijo...

Reaparezco por estos sacros lares, pero esta vez con tarde de "buenismo" también conocida como "jornada bambi".
Creo que c.c.buxter apunta un nuevo elemento de importancia notable al debate: en este momento y en otros anteriores hay/había desigualdades significativas en cuanto a los niveles alcanzados en cada etapa. No olvidemos, pues, que incluso hoy quienes muestran interés, curiosidad, necesidad, aprenden. Puede que una parte de la culpa no esté tanto en los ámbitos académicos como en la socidad del no-esfuerzo y en la del pragmatismo-del-todo-a-100.
Recuerdo, en mis años oscuros de becario universitario, la respuesta de un compañero cuando un pamemo que acudió a la revisión de exámenes preguntó (quinto de carrera) "Y de qué sirve que yo sepa o no quién formuló esa teoría". Ángel, listuco como es, miró sin inmutarse y díjole: "para que yo sepa si usted ha estudiado o no". Para qué molestarse en más.

Pero la parte buena de la historia es ... hoy acceden a la educación secundaria (la del PISA con garbo) muchos más estudiantes que antes. Entre ellos, muchos pertenecientes a ámbitos socio-culturales muy bajos y otros pertenecientes al pasotismo más alto. Ambos sectores tienen que ver con los bajos rendimientos académicos. Y una vez más, como en otras cuestiones, me pregunto por qué cuando España era semianalfabeta la educación no era un problema y hoy que se extiende de manera casi universal lo es.

En cualquier caso, sigo pensando que medios y dignificación social harían milagros.

Ah, sobre lo de que quien quiere o necesita aprende: No son ya ni dos ni veinte los amigos docentes que coinciden en que es todo un placer tener en clase inmigrantes, de procedencias concretas como este de europa, china, cono sur o áfrica subsahariana. Escuché a un chavalito búlgaro de quince años que en sólo cuatro meses en nuestro país había conseguido el único sobresaliente en lengua de su clase la siguiente frase: "Mi padre es arquitecto y mi madre médico, pero vinieron para buscar una vida mejor para mí y él trabajan como peón en una obra y ella limpia casas. Y yo voy a ser el mejor, para pagarles lo que han hecho". Dicho queda. Y de paso, Asén, que sepas que eres un crack.

Anónimo dijo...

Por supuesto, queridísimo R., lo que apuntas es preciso, y creo que yo misma lo he subrayado en mi escrito y en alguna de mis respuestas: el que quiere aprende, y el que se esfuerza obtiene resultados. Por eso, en efecto, el ejemplo del chico búlgaro que nos traes hasta aquí es de lo más revelador. Un abrazo para él desde esta casa.
Al tiempo, pienso que tiene que ser un tanto desolador para él y para otros como él el ambiente educativo de hoy en día, donde el estímulo es tan escaso y el esfuerzo tan poco apreciado. Porque si echas un vistazo alrededor, ves cómo los que se comen los roscos son los jetas, los vagos, los memos y las putas. Sacar un sobresaliente en lengua no le va a servir de mucho a nuestro chico... aunque al menos será un hombre interesante. Que hoy en día, tampoco es fácil de encontrar :-)
Un beso grande.

Antonio Torralba dijo...

Quizás esto falla, porque mandé ayer una respuesta a tu respuesta a mi respuesta y no ha salido. Igual se perdió.
Me da pereza repetir el texto porque era larguillo. Pero lo resumiré, porque me importa mucho y creo humildemente que no está del todo bien enfocado. En resumen, te decía que creo que la enseñanza obligatoria hasta los 16 llegó a España cuando tú tenías 21 años y yo 30 (y llevaba ya 5 dando clase) y que te equivocas si piensas que había más chavales estudiando secundaria en tu época que ahora (mira las tablas de escolarización en esa franja de edad). También hablaba de lo que fue la gran debacle de los 90: el vaciado sobre el sufrido profesorado de bachillerato de dos bolsas sumamente problemáticas: los alumnos de 7º y 8º de EGB (donde se concentraban los núcleos de objetores) y los del primer ciclo de la FP (pioneros del gamberrismo heavy). Para el profesorado de más edad de entonces fue como si le cambiaran a un médico del barrio de Salamanca los pacientes sin avisarle: en lugar de las señoras con consultas dietéticas se encuentra yonkis de la noche a la mañana. El problema de la incorporación gradual de población a la secundaria (en 1950 sólo el 10% de esa franja de edad estaba escolarizado) es que no se trata de un aumento sólo de cantidad: no era sólo "más" gente: era también y sobre todo "otra" gente. El vaciado de los dos citados colectivos añadió un salto cualitativo: transformó el panorama de la noche a la mañana. De mi época a la tuya hubo un cambio sólo cuantitativo. Pero ahora estaba el problema: objetores, niños con retraso, inmigrantes sin conocimiento suficiente de la lengua, niños de familias desestructuradas a lo moderno, etc. La mala política agravó ese problema. En fin, creo que en mi anterior misiva perdida en el ciberespacio lo explicaba mejor, pero....

Anónimo dijo...

Querido Antonio: Siento la pérdida de tu texto, que efectivamente nunca llegó. Muchos de los datos que sostienes son ciertos: la diferente extracción -social y académica- de una parte del nuevo alumnado dificulta enormemente la tarea del docente. Lo que no me parece sino otro error de la nueva ley; porque antes había gente que tenía muy claro que prefería estudiar menos y aprender otras habilidades, y a estos ahora se les obliga a estar más años en las aulas -demagógicamente, por supuesto-, en detrimento de los que sí quieren aprender, porque ya sabemos que a la hora de rasar se rasa por lo bajo. Quizá también por eso el nivel de los chicos -incluso el de los aceptablemente preparados- es cada vez peor.
En cuanto a la cantidad de chicos que estudian ahora en relación con los que estudiaban en mi época, no sé si serán más, menos o parecido, pero no creo que los datos difieran mucho. Lo que quiero decir es que ya en mis tiempos el fantasma de la escolarización sectaria, privilegiada, en manos de unos pocos, era eso, un fantasma que pertenecía a décadas pasadas. Si es que el problema ahora es el contrario: que estudia demasiada gente. Sí, ya sé que esto no suena muy políticamente correcto, pero es algo que se aprecia en las Universidades, donde los niveles de exigencia y conocimientos se están reduciendo a términos grotescos.
Por lo demás, entiendo que el asunto es tan grave como complejo, y que son multitud los factores que hay que barajar, en tanto que aquí estamos en una conversa un tanto liviana. En todo caso, creo que el debate se ha intensificado por aquella afirmación tuya de que el sistema educativo anterior no era mejor que el actual, y que si funcionaba era en virtud de un alumnado cribado. Yo no pienso que fuera el mejor de los posibles, ni mucho menos -tenía enormes carencias-, pero sus resultados no se basaban en un alumnado minoritario y cribado, porque en mis tiempos no se cribaba a nadie: estudiaba todo el que quería. Se basaban en que se estudiaba más y mejor que ahora -aunque no fuera suficiente- y, naturalmente, en una serie de circunstancias contextuales (sociales, familiares, etc.) que favorecían el esfuerzo y el estudio y el respeto, en tanto que ahora desde las instancias políticas, pedagógicas y familiares se estimula el cachondeo y el regodeo en la estulticia más flagrante (para desesperación de muchos profesores).
un beso grande.

Antonio Torralba dijo...

Mi hija hace segundo de bachillerato en un instituto público de Córdoba. Es brillante, pero también estudia muchas horas al día. Salvo en latín, su nivel me parece muy superior al mío cuando tenía su edad. Estas apreciaciones tienen un mucho de subjetivo, pero así me parece. En algunas materias la diferencia es espectacular: idiomas, historia, filosofía. Su libro de Historia del Arte es una auténtica maravilla. Un profe de Historia recien jubilado me decía que con los libros de ahora se puede uno preparar las oposiciones. Algunos son realmente brillantes. Mucha gente opina de oídas. Los poquitos alumnos (muchos, en términos absolutos) que se los estudian ¡no veas lo que aprenden! Como bien dices, el bachillerato está lleno de gente que no tiene vocación de estudio. Y esos también aprueban. Además es demasiado corto para los casos en los que se ha perdido el tiempo en la ESO. El batiburrillo en que se han convertido las aulas de secundaria (que se solucionaría mediante una agrupación por niveles) hace inviable una educación de calidad. Eso es cierto. Y está agravado por el hecho de que, burlando las normas de escolarización, los colegios privados se están quedando con los alumnos de las clases medias. La pública se está quedando para la beneficiencia. Pero insisto, Ana, en mi tesis inicial: la criba existía. No la hacía nadie en concreto. Pero te lo aseguro porque yo casi te di clase (en términos de edad). Y no te puedes imaginar lo igualitos que erais en relación a las clases de hoy.

Anónimo dijo...

Mmmm... los libros de hoy son más bonitos, mucho más bonitos que los de antes, pero ¿estás seguro de que son mejores? (pregunto en términos generales, no acerca de algún manual específico).
Mi libro de Música de BUP, por citar algo que te toca de cerca, era un tocho impresionante; tenía unas 400 págnas de letra bien apretada. Si te estudiabas aquello, aprendías, vaya si aprendías. Ahora los manuales serán más lindos e "ilustrados", pero apuesto a que en contenido andan más parcos.

Antonio Torralba dijo...

Los libros de texto de la ESO son a veces repertorios de actividades más o menos ingeniosas. Los de Bachillerato siguen más en la línea antigua, pero con mayor inclusión de textos de fuentes diversas.
En el caso de la música la variedad es enorme. El otro día puse en fila todos en el departamento y la columna medía un cm más que yo (1,78). En esa variedad hay mierdecillas infumables, libros tochaco de los de preparar oposiciones (los de Casares para Everest) y (y esto es lo que me fascina de la "modernidad") algunos de una brillantez y amplitud de miras antes inimaginable (los de Víctor Pliego, por ejemplo). Justo igual que lo que ocurre en las aulas.

Anónimo dijo...

Mi Jorgewic: Acabo de publicar tu comentario. Disculpa el retraso, pero acaba de llegarme ahora el correo.
En cuanto a lo que dices... no sé muy bien por qué, pero se oye de fondo un masivo plas, plas, plas. Y es verdad: Indíbil y Mandonio tienen la culpa. ¡¡Que dimitan ellos, sí señor!!
Beso con lagrimilla.

Sir John More dijo...

Cuando mis hijos comenzaron a ir al colegio lo primero que me llamó la atención era el frío que pasaban en invierno y el calor asfixiante que pasaban en nuestras calurosas primaveras y tórridos veranos. Por supuesto, los compis de Doña Cándida ya tenían todos, desde el Andazul Chaves hasta la última directora provincial de Leches Migás, unos despachos del copón bendito, con su climatización bien puesta. Me indigné y pensé que aquello era insoportable. Luego llegué a la conclusión de que era un problema menor comparado con lo que iban a sufrir mis hijos. Para resumir: considero que el colegio y el instituto están siendo unos magníficos (y abstrusos) obstáculos que mis hijos deben superar para convertirse en adultos decentes, y en los que están encontrando algún profesor decente, algunas buenas personas, bastantes tarados, muchos, muchos analfabetos funcionales y una desorganización tremebunda. Por supuesto, todo promovido por Cándida y sus secuaces, que no sólo no tienen ni pajolera idea de qué hacer con la educación de los niños y niñas andaluces, sino que les importa un soberano carajo. A ellos y a todos estos constructores encubiertos que dicen ser políticos...

Pd.- Ya, ya se ven muchos niños y niñas fracasados que ejercen de padres de otras niñas y niños que ya son engendros retorcidos. Y ahora no van en el autobús metiéndose con los peatones, ahora van montados en un Seat León o en un quad o incluso en Mercedes los he visto, oye...

Rukaegos dijo...

Un apunte de mera curiosidad: Resulta que he descubierto en los blogs de Antonio que le conozco, jejeje. No personalmente, sino a través de un par de discos de Cinco Siglos que descubrí de la mano de un amigo, ex-compañero de camerata coral y profesor de música : Alfonso Manso.

Cosas del ciberespacio.

Francisco Sianes dijo...

Nihil novum sub sole:

http://latorredemontaigne.blogspot.com/search/label/educaci%C3%B3n

¡Perded cuantos entráis toda esperanza!