¿Esto es arte?, 13.01.08

Parece que desde 2003 existe acuerdo en el desacuerdo. Por algo se empieza. Me refiero a los carteles de la Semana Santa gaditana, que desde hace ya seis años han tomado forma pictórica, en lugar de la fotográfica que venía siendo habitual. Al sexto cartel se ha destapado la caja de los truenos, y las críticas han empezado a circular. La decisión de sustituir la cámara por el pincel no ha sentado bien a los cofrades, a la vista de los reiterados resultados de la cosa; tampoco, en general, al público, descontento ante las supuestas obras de arte con que quiere darse relevancia y ornato a un festejo tan arraigado en el acervo cultural y afectivo de los gaditanos.
Ante las protestas generalizadas, que demandan el retorno a la fotografía como imagen ideal de la festividad, es importante plantearse qué es un cartel, y si lo que requieren las cofradías es en realidad un cartel, o bien un póster alumbrado con más o menos gusto y con funciones esencialmente publicitarias. Un cartel es en sí mismo una obra de arte, como acredita su propio origen, vinculado a la litografía. Aunque ya desde el siglo XVIII existen carteles, tal vez sea en el París de la Belle Époque donde el cartel adquiere su auténtico estatus artístico; no olvidemos las creaciones de Toulouse-Lautrec para el mítico Moulin Rouge, al que pronto siguieron las preciosistas producciones de Mucha, de influjo prerrafaelita y bizantino. La Escuela de Glasgow, la Secesión de Viena y la Deutscher Werkbund de Alemania se vieron también seducidas por la estética del cartel, y de tales precursores habría de surgir un hito importantísimo: el Plakatstil alemán. Posteriormente, se sumó a la práctica del cartel la Bauhaus y, ya en Suiza, es fundamental el Sachplakat. En España, como es sabido, hemos contado asimismo con cartelistas brillantes: Picasso, Dalí, Miró…
Ante tales precedentes, tal vez quepa preguntarse si la elección de un cartel como opción celebratoria de la Semana Santa gaditana no supone una aspiración o esfuerzo desmedido; y en el caso de que tal esfuerzo quiera realizarse, tal vez deberían plantearse en el Consejo de Hermandades algunas precisiones para impedir el desprestigio de semejante arte y, de paso, el de la propia Semana.

10 comentarios:

C.C.Buxter dijo...

No sé si lo de la imagen será arte (por cierto, admito que desconocía el abolengo artístico del cartel), pero la verdad es que a mi me recuerda mucho a los carteles... de las películas.

goloviarte dijo...

hola
magnifico blog
te invito a visitar mis modestos blog
aquiestatublog.blogspot.com
para que votes a otros blog y te des a conocer
quemeescuchen.blogspot.com
para quejarte de lo que desees
gracias
perdona por usar comentarios,no vi email
gracias ana

Anónimo dijo...

Mi querido C.C.Buxter: No me extraña que dudes del abolengo artístico del cartel a la vista del expuesto... A ver si alguna gente se entera de que realizar un cartel no es un pim, pam, pum.
Un beso grande.

***
Golviarte: Mi correo electrónico puedes encontrarlo en mi perfil. En todo caso, gracias a ti por tu visita y anotaciones.

Anónimo dijo...

Ya es un hecho consumado: la iglesia ha abandonado al arte, o el arte a la iglesia, tanto da. Así andamos tan bajos de fe. Un buen retablo, un buen paso, un buen cartel siempre ayuda, para qué negarlo.
No nos dejes

Anónimo dijo...

Mi queridísimo Busbury: Sí... a la vista de los últimos acontecimientos parece que la Iglesia ha optado preferentemente por las malas artes, en todos los sentidos...
Un beso siempre agradecido por tu visita.

Rukaegos dijo...

He tardado un par de días en reponerme del shock. Anita, linda, no deberías colgar cosas así en tu bitácora sin avisar.

Estoy seguro de que Almodóvar podría hacer algo con el cartel. Pero al final el problema va más lejos de foto o pintura. Y se acerca más a un debate, como tú bien planteas, mucho más de fondo y que podríamos plantear desde la "educación del gusto".

Da hoy lo mismo, en cualquiera de las artes, la calidad, la personalidad, siquiera la decencia mínima en la factura. Basta que le caigas simpático al político o gestor de turno para que se te considere igual a Pavarotti, a Karajan, a Bacon, a Mozart o a Fonteyn. Lo malo es que ese siseñorismo ambiente es el que llega hacia el público "como si" fuera arte. Y la ceremonia de la confusión se convierte en toda una orgía.

De todas maneras, ceñidos a las santas semanas, ¿se enseña teoría estética en los seminarios? Me da la ligera impresión de que no.

Besucos.

Anónimo dijo...

Mi queridísimo R.: Con lo del shock ya me explico yo que hayas caído por una de nuestras tiendas favoritas... (sí, por aquí todo se sabe :-D), sólo por recuperarte, claro...
La verdad es que lo de "el amiguete este que tengo que no pinta mal y me puede hacer el cartel" es una lacra. Pero mira hasta dónde llega la cosa que los cofrades y el público están hasta el mismísimo capirote. Me temo que pocos de estos sabrán lo que representa verdaderamente un cartel -vamos, que ni repajolera-, pero al menos atisban que lo que se les está dando es gato por liebre.
Y en cuanto a las santas semanas, querido mío... mejor no ceñirse demasiado, por si acaso :-)
Beso grande.

Anónimo dijo...

Te confieso que me pierdo un poco en el tema de los carteles de la semana santa. Siempre me ha parecido que en este ámbito predominaban los carteles a partir de una determinada fotografía.
Mi interés sobre el tema se reduce a divagar sobre los comportamientos ante un desfile procesional en tierras de Castilla o en tierras del Sur; la imaginería de la escuela castellana y la de la escuela andaluza o murciana.
Otra cosa: me duelen mucho tus silencios.
Un beso

Antonio Torralba dijo...

De lo cual se deduce que Ana se ha enamorado del escepticismo y escéptico se ha enamorado de Ana.

Anónimo dijo...

Mi queridísimo Antonio: No use usted palabras tan serias :-D
Beso muy grande.