Hace poco más de un mes, el 27 de febrero de 1976, se cumplió el 32 aniversario de la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática en un territorio que, de algún modo, sigue bajo la responsabilidad ética de España, por más que España se pase por las corvas toda ética. Desde hace ya 32 años se alienta la indigencia del pueblo saharaui con absoluto desparpajo, desde todos y cada uno de los gobiernos de España que han venido sucediéndose desde aquel postrer estertor franquista por el que se confinó a los saharauis en la más descarnada hostilidad del desierto del Sahara, la Hamada argelina. Por lo demás, es sabido –aunque internacionalmente se mire hacia otro sitio– que los saharauis son represaliados por la policía marroquí en las ciudades ocupadas del Sahara Occidental mientras el Gobierno Español no se acaba de animar a cumplir con lo estipulado por el Derecho Internacional en materia de descolonización, algo que bien se reclama para otros Estados de reconocido peso específico… y económico –verbigracia, el israelí. Para rematar la oprobiosa situación, la comunidad internacional viene sometiendo a los refugiados en los campos de Tinduf a todo tipo de privaciones, incluyendo las alimenticias básicas: los envíos con ayuda humanitaria disminuyen porque quienes duermen en hoteles de cinco estrellas y tragan a todo papo y elucubran sin recato en los foros al efecto creen que es más sano en el desierto un ligero picoteo que una copiosa comilona, aparte de que, como pude leerle a un observador bien enterado en estos temas –mi amigo F. Llorente–, alguna “luminaria” ha decidido que son 96.000 los saharauis refugiados en los campos, en lugar de los casi 200.000 reales. Dividir los recursos a la mitad estimula el espíritu solidario y el sentido de la continencia, quién lo duda.
En semejante clima de abusos, leemos que un centenar de saharauis guardan ordenada cola –no pierdan este esclarecedor detalle– ante la Oficina de Extranjería de Cádiz para pedir la nacionalidad española, apelando a la existencia real de antepasados, en algunos casos muy cercanos –padres, abuelos– que eran españoles antes de que España abandonara al Sahara a su suerte. La Subdelegación de Gobierno califica de “absurda ficción” la pretensión de estos saharauis y se queda tan campante, mientras en este país no se duda en meter a espuertas a todo el que lo solicite, venga de donde venga. La ley para la obtención de la nacionalidad española es muy clara al respecto: todos los extranjeros nacidos fuera de España pero de padre, madre, abuelo o abuela españoles de origen, pueden solicitar la nacionalidad con un año de residencia legal. Qué estrictas son las leyes para algunos, qué laxas para otros. Y qué poca la vergüenza histórica, ahora que la memoria ídem está tan de moda.
En semejante clima de abusos, leemos que un centenar de saharauis guardan ordenada cola –no pierdan este esclarecedor detalle– ante la Oficina de Extranjería de Cádiz para pedir la nacionalidad española, apelando a la existencia real de antepasados, en algunos casos muy cercanos –padres, abuelos– que eran españoles antes de que España abandonara al Sahara a su suerte. La Subdelegación de Gobierno califica de “absurda ficción” la pretensión de estos saharauis y se queda tan campante, mientras en este país no se duda en meter a espuertas a todo el que lo solicite, venga de donde venga. La ley para la obtención de la nacionalidad española es muy clara al respecto: todos los extranjeros nacidos fuera de España pero de padre, madre, abuelo o abuela españoles de origen, pueden solicitar la nacionalidad con un año de residencia legal. Qué estrictas son las leyes para algunos, qué laxas para otros. Y qué poca la vergüenza histórica, ahora que la memoria ídem está tan de moda.
4 comentarios:
Solo para agradecerte tu recuerdo al puebolo saharaui. Estuve en Tinduf hace algunos años. Conozco a dirigentes sarahauis. He escrito sobre el tema en varias ocasiones.
En otro momento hablaremos en este tema. He sido y soy un defensor del derecho a la autodeterminación de los saharuis, porque el Sahara es un problema de descolonización no resuelto y España tiene la deuda moral de haber sido la potencia colonizadora.
Un beso
Dice el artículo 11.2 de la actual Constitución que "ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad".
Cuando yo nací el Sahara aún era una provincia española y dejó de serlo siendo yo niño. Las autoridades del momento insistían mucho en esto: no es una colonia, es una provincia española, como Cuenca. Editaban sellos de cada provincia y había una más que ahora. En los coches, existía una matrícula SH del Sahara al igual que AV de Ávila o TO de Toledo. Los ciudadanos de allí tenían un DNI español en su bolsillo... Deberíamos ser consecuentes con lo que proclamamos.
Lo de España en 1975 fue un papelón que avergüenza. Pero no avergüenza menos la actitud de todos los políticos de todos los signos que han ido gobernando desde entonces, sus genuflexiones ante la tiranía marroquí y su olvido real de los refugiados saharauis.
En esto también hay una distancia de años luz entre la ciudadanía y la clase política: España es posiblemente el país donde más solidaridad ciudadana y mayor red de asociaciones existe en relación con el Sahara y, sin embargo, los sucesivos gobiernos han mirado siempre para otro lado, nadando en la ambigüedad en el mejor de los casos.
Uno de los episodios más vergonzosos de nuestra historia reciente, incesantemente sepultado por los ministros de asuntos exteriores (entre llevarse bien con Marruecos y hacerlo con unos cuantos pobres que no tienen ni comida, ¿a quién van a elegir?). Es uno de los pocos casos en los que la sociedad civil ha sabido imponerse al gobierno en España.
Desconocía la petición de los saharauis, y la verdad es que no me parece tan descabellada. Además de lo que tú comentas respecto a los casos de parientes españoles, la obtención de nacionalidad española también se facilita para los naturales de paises que históricamente han tenido relación con España, como son los iberoamericanos, Portugal, Andorra, Guinea, Filipinas e incluso los descendientes de sefardíes. No veo por qué no reconocer ese derecho a quienes hace sólo tres décadas eran españoles.
Pues, mi querido C.C.Buxter, porque en este país, como decía aquel otro ínclito, no sólo la justicia, sino todo, "es un cachondeo". Así nos va.
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