Hace dos días, en Menorca, una mujer saltaba al vacío desde la ventana de un tercer piso empujada por el terror a su pareja. Pocas imágenes más gráficas que esta. Sabemos cotidianamente de asesinatos y golpes, de vejaciones físicas y psíquicas con que muchas mujeres arrostran un simulacro de vida que se asemeja en realidad mucho más a la muerte. Pero esa mujer de 26 años, por supuesto no más víctima que el resto de sus compañeras de horror, se me antoja en su caída el símbolo que debiera sublevarnos ante un tema al que no se concede aún la debida importancia: el terrorismo doméstico.
La mujer de Menorca no ha sido la única. En lo que va de año, se han arrojado por la ventana sendas mujeres en Valencia, Oviedo, Zaragoza y Málaga; todas ellas prefiriendo la muerte al maltrato. Esas cinco víctimas claman contra quienes piensan que este tema cansa, contra quienes creen que estas mujeres tienen lo que se buscan, contra quienes piensan que denunciar a los hombres es acosarlos, contra los machitos que se hacen las víctimas ante meras desavenencias de pareja, contra los jueces cavernarios que obstaculizan la Ley contra la Violencia de Género para que las malas bestias sigan campando por sus fueros.
Javier Arenas anuncia que su grupo presentará una propuesta de seguridad personalizada para mujeres maltratadas. Bien parece, aunque sería idóneo que tales proyectos no adquirieran tinte político, sino que sirvieran para hacer frente común contra una lacra deleznable. Es probable que la propuesta se frustre en una ciega colisión de partidos como la que nos abochorna en otros ámbitos, por no hablar de las voces que ya se han levantado contra los gastos que ocasionarían tales medidas; como si en esta España nuestra no se dilapidaran recursos en fastos y estupideces vergonzantes. Nuestros representantes prefieren meterse el dedo en el ojo en lugar de buscar soluciones en conjunto para los problemas que nos acucian. Así semos.
Mientras sigan arrojándose mujeres por las ventanas no deben cesar las protestas, las medidas legales, el escándalo social, el diálogo político. No mientras las ventanas sigan siendo la única esperanza para tantas mujeres de descansar en paz, aun a costa de dejarse el cuerpo hecho pedazos en el suelo.
La mujer de Menorca no ha sido la única. En lo que va de año, se han arrojado por la ventana sendas mujeres en Valencia, Oviedo, Zaragoza y Málaga; todas ellas prefiriendo la muerte al maltrato. Esas cinco víctimas claman contra quienes piensan que este tema cansa, contra quienes creen que estas mujeres tienen lo que se buscan, contra quienes piensan que denunciar a los hombres es acosarlos, contra los machitos que se hacen las víctimas ante meras desavenencias de pareja, contra los jueces cavernarios que obstaculizan la Ley contra la Violencia de Género para que las malas bestias sigan campando por sus fueros.
Javier Arenas anuncia que su grupo presentará una propuesta de seguridad personalizada para mujeres maltratadas. Bien parece, aunque sería idóneo que tales proyectos no adquirieran tinte político, sino que sirvieran para hacer frente común contra una lacra deleznable. Es probable que la propuesta se frustre en una ciega colisión de partidos como la que nos abochorna en otros ámbitos, por no hablar de las voces que ya se han levantado contra los gastos que ocasionarían tales medidas; como si en esta España nuestra no se dilapidaran recursos en fastos y estupideces vergonzantes. Nuestros representantes prefieren meterse el dedo en el ojo en lugar de buscar soluciones en conjunto para los problemas que nos acucian. Así semos.
Mientras sigan arrojándose mujeres por las ventanas no deben cesar las protestas, las medidas legales, el escándalo social, el diálogo político. No mientras las ventanas sigan siendo la única esperanza para tantas mujeres de descansar en paz, aun a costa de dejarse el cuerpo hecho pedazos en el suelo.
9 comentarios:
Cuando yo comencé a ejercer la abogacía en los años noventa y me topé con este problema de cara, nadie hablaba de ello, no estaba "de moda", era invisible. Fue el descubrimiento más impactante de mis primeros meses de ejercicio profesional. Se ha avanzado mucho en estos años, en visibilidad, en conciencia social, en medidas, en recursos... pero queda muchísimo por hacer.
Los políticos, en efecto, no deberían utilizar estos asuntos como materia de confrontación partidista. Precisamente porque no hay soluciones mágicas, no tiene sentido echar en cara al adversario que él lo hace mal, "alegrarse" de que las cifras de este tipo de violencia sigan creciendo. ¿Recordáis el espectáculo de la última campaña electoral cuando nadie había hablado de ello y el día en que lamentablemente salta a las portadas de repente todos se acuerdan y lo convierten en su mensaje propagandístico del día? ¿Os acordáis de la ocurrencia de Zapatero de prometer que iba a convocar una conferencia de presidentes autonómicos monográfica para solucionarlo? Me parece que no es un asunto que se resuelva con debates electorales ni con reuniones de presidentes autonómicos. Deberían sentarse juntos los partidos a buscar soluciones, pero con estudios, con expertos y seguir intentando acertar sin echarse en cara nada. Es un problema complejo que no se arregla sólo con leyes.
Me adhiero palabra por palabra a tu mesurado comentario. Y sí, cierto que esto no se arregla sólo con leyes; por desgracia, las leyes -cuando son dignas- sólo ponen la venda en la herida ya infligida.
Estoy de acuerdo con el comentario de Carlos. No sé qué es más dificil, si encontrar la solición o determinar la causa del problema. Pero es horrible huir de una persona como se huye de un incendio
Cierto, Bardamu. Para que luego haya quien banalice este enorme problema. Besos.
De acuerdo con vuestros comentarios. Frente a la violencia de género, tolerencia cero.
Me horroriza.
Justo ayer por la noche, estuve leyendo un blog en el que la misoginia es una de sus banderas.
Los comentarios que se hicieron allí provocaron que , al acostarme, no pudiera conciliar el sueño y pensaba sobre si esos señores son conscientes de que están ayudando a los maltratadores físicos y psíquicos a seguir en su actitud.
Pero creo que las mujeres debemos hacer algo más , cada una en nuestra esfera. Así también aquellos hombres bien nacidos deben trabajar en su propio ámbito para concienciar y luchar contra este horripilante tipo de violencia sin sentido.
Entradas como la tuya, Ana, supone una buena aportación.
Pensemos cada uno qué podemos hacer...
Un abrazo
Gracias por tus atinadas palabras, querida Morgenrot. En efecto, este grave problema es de todos, y todos debemos hacer lo posible -desde la escritura, desde la educación, desde el trabajo, desde la ley, desde cada ámbito específico- para combatirlo.
Un fuerte abrazo.
Al hilo de la reflexión de que, ante problemas complejos, las leyes son necesarias pero no suficientes, he recordado que había escrito hace tiempo una entrada. Por si acaso a alguien le interesa:
http://carlosjaviergalan.blogspot.com/2007/12/buenos-y-felices-por-decreto.html
Gracias por tu aportación, Carlos. Beso.
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