Hay pesadillas de las que uno se ve incapaz de liberarse, por más empeño que se ponga en ello. Algunas de estas pesadillas tienen incluso nombre propio. A diferencia de las angustias que asaltaban a nuestros antepasados en aquellos tiempos en que reflexionar no era pecado, y que caían en el terreno de la abstracción más inquietante, los monstruos del hombre contemporáneo gozan de espantosa corporeidad… y persistencia. En el ámbito de ese inhumano –por intelectualmente deleznable– periodo del año que se conoce como estío, proliferan horrores que justifican en sí mismos la duración más larga del invierno, por aquello de que restaurar la dignidad lleva su tiempo. Ni por esas. Hete aquí que aquel personaje de cabeza bamboleante y piernas ortopédicas que envilecía los veranos musicales de la Transición sigue ¡aún! de moda. Y qué decir de sus incombustibles melodías, “La barbacoa” y “El chiringuito”, que resplandecen con renovado furor. Que se lo pregunten si no a sus adeptos, los vándalos que otra vez en este año van a dejar hecha unos zorros la playa de la Victoria con sus infectas barbacoas y que de paso se atracarán de alcohol en los chiringos dispuestos al efecto, no vaya a ser que la fiesta no alcance la cota deseada de inmundicia. Triste canción de letra sobradamente conocida. En esta ocasión se cuenta con una novedad, como es la desinteresada distribución de bolsas para depósito de desperdicios; contentémonos si las citadas bolsas sirven al menos para contener las previsibles secreciones propias de los adictos a esta clase de festejos. Y otro apunte: las autoridades responsables del desafuero piden públicamente que no se lleve carbón a la playa… al tiempo que instalan contenedores para el carbón en la arena. Todo muy eco(i)lógico.
Pero la mugre de las barbacoas no es la única. Con suma consternación leemos que Farruquito ha suspendido “por razones de agenda” su previsto curso de flamenco en Cádiz. Vaya por Dios. A lo peor tiene cita para atropellar a alguien, porque no es posible que en el poco tiempo que ha estado entre rejas se le hayan acumulado los encargos. Cada taconeo de este tipo es un insulto a la viuda de Olalla. Pero está visto que por estos pagos nos acostumbramos fácilmente a la basura.
Pero la mugre de las barbacoas no es la única. Con suma consternación leemos que Farruquito ha suspendido “por razones de agenda” su previsto curso de flamenco en Cádiz. Vaya por Dios. A lo peor tiene cita para atropellar a alguien, porque no es posible que en el poco tiempo que ha estado entre rejas se le hayan acumulado los encargos. Cada taconeo de este tipo es un insulto a la viuda de Olalla. Pero está visto que por estos pagos nos acostumbramos fácilmente a la basura.
6 comentarios:
Tú siempre haciendo amigos, a que sí? ;P
Lo de pedir que no se lleve carbón a la playa pero, a la vez, poner papeleras para el carbón, es toda una declaración de pesimismo acerca del ser humano...
Saludos veraniegos (pero a la plancha)
Para eso estamos: a mandar :-)
Lo del pesimismo del ser humano... no sé. Yo lo llamaría de otro modo, pero ya está bien de amigos por hoy. A mí en todo caso me recuerda a aquello de la paradoja tabaquera: papá Estado te dice que fumar mata, pero por si acaso te vende la cajetilla y se embolsa los eurípides... En fin.
Beso a la fresca.
Surrealista lo del carbón, indignante lo de farruquito.
Y sobre el verano: es que el calor, querida, atonta mucho. Fíjate que el otro día los periodistas (?) de la primera, se refirieron en repetidas ocasiones a las Anacletas (sic) de Confucio. Sin comentarios.
Beso anacleto
Jajaja, lo de las Anacletas es muy bueno!!! Ya hay que ser imbécil, aunque sólo sea por lo mal que suena, pardiez...
Y además, puestos a veranear, hubiera sido más coherente hablar de las Chancletas de Confucio. ¿O no?
Besillosssss.
Muy bueno lo de eco(i)lógico. A este paso no te van a invitar a ninguna barbacoa de ningún chiringuito
Es lo que me parece a mí, que con Jorgito y las Anacletas los de las barbacoas se dan por satisfechos. Snif :-)
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